Lluvia de orejas en festival a beneficio del Hospital Infantil | El Nuevo Siglo
Bellísima ceremonia del paseo de la Virgen Macarena, como preámbulo del festival en beneficio del Hospital Infantil de la Cruz Roja. Foto: Yesid Aguilar
Viernes, 10 de Enero de 2025
Hernando Suárez Albarracín

Muchos llegaron a la plaza no muy optimistas, pues tenían razones para pensar que el festival taurino iba a darse bajo la lluvia. Y no se equivocaron: El balance del festejo arrojó una auténtica lluvia de orejas, 9 en total, con un ejemplar indultado. Recordemos lo que pasó en la monumental.

Se abrió el telón y salió Tequendama, un novillo con el que Antonio Ferrera estuvo eléctrico, pero no electrizante. Fue inmediata su comunión con el público, que a la primera larga de rodillas se le entregó. Luego picó el toro para cubrir también el tercio de banderillas. El toreo es lento, pero a Ferrera, como a casi todos los asistentes, le gusta con el acelerador a fondo. Y como adicionalmente le correspondió un novillo con movilidad, terminaron juntándose el hambre y los deseos de comer. Espadazo en todo lo alto, bien ejecutado y colocado, para las dos primeras orejas. Aplausos al toro en el arrastre.

Continuó el festival con Silletero, un caramelito para embestir. Sebastián Castella se divirtió a sus anchas, con muletazos de todos los cortes. Cambiados por la espalda, circulares, molinetes y el forzado de pecho, todo por ambas manos. El toro aprovechó también la donosura del francés y decidió divertirse con él. Todo su juego lo dio en los medios excepto la primera tanda que instrumentó Sebastián, atornillado a pie junto. Pasodoble Feria de Manizales. Por lo menos 60 finos muletazos le instrumentó a esta carretilla. Qué manera de embestir!!! El público jaleó de manera ensordecedora hasta que usía exhibió el pañuelo amarillo. Silletero fue indultado. Bellísima faena a un gran toro.

Con el ambiente trepado en las nubes, llegó Fosforero a mantener el fuego que ya habían encendido sus hermanos. El Toro fue otro caramelo. Cristóbal Pardo lo aprovechó al máximo, dentro de las limitaciones que su técnica ofreció, pues la faena, que no fue reprobable, careció de hondura. Ejecutó series un tanto sobrerrevolucionado, cuando el toro pedía tiempos y distancias. El público, no obstante estuvo con él. Pasaportó de una gran estocada en todo lo alto, que tuvo rápido efecto. Una oreja y aplausos al toro.

Reyecito no se quedó atrás y salió en cuarto lugar para aprobar con muy buena nota su examen. Alejandro Talavante, torero de indiscutible calidad, también estuvo a la altura de su compromiso y nos obsequió con una faena lenta y de buen gusto, con un par de 'tropezones' de esos que todos damos en la vida, pero artística. Finiquitó de estocada desprendida y un pelín tendida. Una oreja. Aplausos al toro.

El quinto de la noche se salió un tanto del nivel de juego que traía el festival, pero no decepcionó. Daniel Luque lo embarcó en su muleta y con suavidad logró liarlo a ella, para someterlo a su capricho. Al final de la faena el toro se rajó y tras algunos pases cambiando de mano por delante, dejó un estoconazo que hizo doblar muy pronto al novillo. Una oreja.
El sexto dio posibilidades por su fijeza y recorrido. Emilio de Justo lo toreó con suavidad, aunque la danza no se extendió mucho porque el toro se rajó. Estocada bien dirigida. Saludo desde el tercio.

Ramón Collado lidió el séptimo, que cumplió la cita y acudió a la pañosa, pero el de Valencia tuvo que bregar para corregir el defecto de embestir calamocheando. Eso deslució la faena y la privó de conexión. Cinco pinchazos, media a paso de banderillas y descabello después de escuchar dos avisos. Silencio y pitos al toro.

Se cerró el festejo con Florisel, un muy buen novillo de 410 kilos, que tuvo la cadencia suficiente en la embestida, para que la faena hubiera sido ejecutada también con cadencia. El novillero Felipe Negret anduvo a un ritmo de mucha más aceleración que la que imponía el astado, que dio posibilidades. La faena pudo ser bordada con ritmo, como una pieza, con planteamiento, nudo y desenlace, pero el novillero traía un libreto diferente. La bondad del novillo fue evidente, aunque en la última parte se rajó. El público estalló cuando la espada fue a dar al hoyo de las agujas, un tanto desprendida. Dos orejas y vuelta al novillo para abrochar el festival con un balance que deja satisfecha a la afición, que colmó los tendidos.