Racionamiento de agua dejó lecciones a bogotanos y entes gubernamentales | El Nuevo Siglo
POR FORTUNA, el nivel de los embalses ya superó el 40% de su capacidad. /EAAB
Domingo, 30 de Junio de 2024
Redacción Bogotá

EL NIVEL de los embalses que abastece de agua potable a la capital, para el mes de abril era crítico, pues solo disponían del 16% de su capacidad, por lo cual, la Alcaldía de Bogotá, en cabeza del alcalde Mayor, Carlos Fernando Galán, optó por el racionamiento de agua en la ciudad.

 

Ello se llevó a cabo mediante nueve turnos en los que se distribuyeron los centenares de barrios que tiene la capital del país de las 20 localidades. La medida regía a diario en diferentes zonas y duró de esta manera nueve ciclos.

Hasta que, en los últimos días el alcalde Galán anunció un cambio en la restricción del servicio, gracias a que el nivel de los embalses ha incrementado y, en especial, el Sistema Chingaza, ya supera el 42,83% de su capacidad (con corte al 29 de junio). No obstante, el mandatario distrital ha sido enfático en que su meta para el mes de octubre es haber alcanzado el 70% de llenado de los embalses que surten del preciado líquido a Bogotá.

“Gracias a estas medidas hemos podido enfrentar la crisis que vivimos y avanzar para garantizar que no solamente se resuelva la problemática coyuntural que vivimos este año, sino que, además, logremos prepararnos para lo que puede ser un reto de agua en el año 2025”, sostuvo Galán.

La gerente de la de la EAAB, Natasha Avendaño, manifestó: “Lo que esperamos es que efectivamente en promedio, en esos ciclos de 18 días, tengamos un consumo en la ciudad cercano a 16.6 metros cúbicos por segundo”.

Las lecciones

Así las cosas, EL NUEVO SIGLO consultó a expertos sobre las lecciones que dejó para los bogotanos esta primera fase de racionamiento de agua, y el comportamiento de consumo y ahorro de los habitantes de la ciudad.

Andrés Felipe Muñoz, magíster en Ingeniería Ambiental de la Universidad de los Andes y docente de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, afirmó a este Diario que “como comunidad tenemos una serie de aprendizajes relacionados a la importancia de este recurso hídrico hace 40 años no teníamos un racionamiento de este tipo en la ciudad; esto ha hecho que las personas, pues tomen conciencia sobre la cantidad de agua que consumen y lo difícil que es vivir sin agua, que es una situación que vive en muchas personas en otras regiones del país”.

Desde lo institucional, “para la Alcaldía, para la Empresa de Acueducto y demás, hay una serie de aprendizajes en torno a la importancia de mantener sistemas alternos como el sistema Tibitoc, el del embalse La Regadera, inclusive la planta del Dorado, que tienen un valor, no solamente histórico, sino que es un valor técnico, a pesar de que su capacidad sea menor que la de Chingaza, pues son sistemas que nos sirven para suplir demandas en momentos, justamente, como estos”, añadió.

“Así que ahí va la lección sobre mantener esta infraestructura y sobre la importancia de planificar y de gestionar ese recurso con suficiente antelación. Esperemos no vuelva a suceder en un futuro, sino que se tomen acciones con tiempo para evitar que lleguemos a niveles tan bajos donde se pueda poner en riesgo la seguridad hídrica de la población”, expresó.

A su turno, Carlos Montes, ingeniero Ambiental y Civil, doctor en Ingeniería, y docente de la Universidad de La Sabana, dijo a este Medio que “en los centros urbanos nos hemos acostumbrado a tener agua siempre de forma constante y segura, al menos en la ciudad de Bogotá, y muchas veces desconocemos que es un privilegio y, ¿por qué digo esto? porque muchas poblaciones rurales y muchas personas en todo el planeta no cuentan con un suministro de agua, y para ellos tener acceso al agua potable es una odisea total. Este razonamiento dejó esa enseñanza y esa reflexión de que el agua es algo que tenemos que cuidar y valorar”.

 

A nivel de Alcaldía y entes gubernamentales es indispensable buscar formas de ampliar la capacidad del sistema o buscar fuentes alternas de agua, por ejemplo, los pozos de agua subterránea. Es inevitable el crecimiento poblacional de la ciudad, entonces no podemos simplemente esperar a que la gente consuma menos agua. Se pueden hacer muchas cosas para reducir ese consumo de agua, como tener una mejor gestión de las fugas en la red de agua potable, entre otros”, añadió.

Montes estima que esta segunda fase del racionamiento, “dependerá mucho de la intensidad de las lluvias en los próximos meses en la capital; será interesante esperar el comportamiento del consumo de agua a partir de julio. Va a ser un buen experimento para saber si en los días de no razonamiento, efectivamente hay una reducción o no”.

Al respecto, Carlos Rivera, docente del Departamento de Biología, Pontificia Universidad Javeriana, explicó a este Periódico que, si bien comienza un fenómeno de la Niña, “en el cual se esperan lluvias más copiosas en una buena parte de Colombia, esto no significa que las lluvias caigan sobre las zonas que alimentan los embalses para consumo de agua de la ciudad de Bogotá”.

“La manera de afrontar un futuro déficit de agua, no dependerá tanto de hacer cortes, sino sobre todo de nuestra conciencia de cómo usamos el recurso. A veces parecemos creer que el tener la capacidad de poder pagar el agua, nos hace merecedores de poder usarla independiente de si está disponible o no. Tal vez es una consecuencia que los costos actuales del recurso no incluyen gran parte de los impactos ambientales que tiene el recurso o de los impactos que tiene sobre otras personas”, expresó Rivera.

Asimismo, indicó que uno de los aspectos más importantes para tener en cuenta, “es pensar si realmente la región Bogotá, podrá tener la capacidad de proveer de agua a una población creciente. Esto no es un tema de inversión, sino de capacidad ambiental. Por esta razón, el crecimiento de la zona urbana hacia el norte de Bogotá es algo insostenible a largo plazo. Urge una descentralización, de tal manera que la zona urbana perimetral de Bogotá no siga creciendo. Las próximas décadas estarán marcadas por un asentamiento de la estacionalidad climática, la cual hará muy complejo garantizar agua para toda la región”.

Finalmente, Rivera señaló que “debemos desarrollar acciones eficaces para mejorar la calidad del agua del río Bogotá. Los embalses cada vez más sufrirán de la estacionalidad climática y, por lo tanto, en meses de extrema sequía tendremos que tomar agua del río Bogotá. Hoy en día la EAB toma un 30% del agua del río, pero debido a su pésima calidad del agua, cada vez es más difícil y costoso su tratamiento”.

Control

La Defensoría del Pueblo instó al gobierno distrital a buscar soluciones estructurales e integrales que permitan asegurar el acceso equitativo al agua como derecho fundamental, especialmente para las poblaciones vulnerables, advirtiendo sobre la necesidad de que sean implementadas acciones planificadas a largo plazo, ante un posible desabastecimiento, sobre todo porque la disminución de los niveles no es coyuntural.

La representante a la Cámara por Bogotá, Jennifer Pedraza, aseguró a este Diario que en la tercera legislatura que comenzará el próximo 20 de julio, desde el Congreso “uno de los debates que nos queda pendientes, que ojalá podamos abordar como bancada, tiene que ver con la crisis de abastecimiento de agua y con la efectividad de las medidas como la del racionamiento o qué plan para atender estos temas a nivel general o a largo plazo vamos a tener, también desde nuestra curul”.