Columnistas | El Nuevo Siglo
¿Hasta dónde va el permisivismo?
 
Vamos teniendo, día tras día, atropellos a la cultura y bases cívicas y religiosas de nuestra nacionalidad colombiana. A cada paso se los quieren justificar, y que no haya reclamo por ellos, en aras de la “libertad de pensar y actuar”, así propicien realidades las más lesivas a nuestros sagrados principios y tradiciones.
¡Sepulcros blanqueados!
 
 “Es peor aparentar bondad que ser malo. Porque del malvado nos protegemos, pero del otro… se cuela y engaña”.
 
Su libro sobre el tema agrario
 
En  la antigüedad y en la Edad Media se tuvo el mejor concepto de todo lo que se relacionara con la actividad agrícola. Las primeras organizaciones tribales, sin menospreciar la caza, la pesca, y la recolección de frutos, convirtieron la agricultura en el eje de la supervivencia humana. Se llegó a desconceptuar y descalificar el comercio y otros trabajos como estériles e intrascendentes. Se elogiaba la agricultura como la fuente más extraordinaria riqueza.
Cuál Justicia      
 
Epígrafe
“Es tan fea la envidia que siempre anda por el mundo disfrazada, y nunca más odiosas que cuando pretende disfrazarse de justicia”.
Jacinto Benavente
 
Ayer y hoy
 
Este  sigue siendo el país del sagrado corazón. Y no es sólo que tengamos un partido político que cree en los presidentes vitalicios en medio de un sistema que llamamos democrático  o máquinas tan milagrosas que son capaces de solucionar todos los problemas de la malla vial de una ciudad como Bogotá, como si estuviéramos en el Macondo de Melquiades.
Reformas 
Hace poco en un foro surgió una pregunta que puede parecer inocente pero tiene una respuesta fundamental: ¿por qué debemos hacer reformas cada tanto? ¿Por qué una reforma a la justicia? ¿Reforma tributaria o al sistema de salud? Y la respuesta es simple: porque las cosas cambian.