Óscar Collazos recordaba en las charlas imprevistas con amigos en Cartagena, Bogotá, Madrid, París o La Habana, que era de esos escritores que forjados bajo el influjo de la izquierda sartriana y cubana, con un cierto tufillo estalinista dogmático, bajo la pretensión de extender la revolución por el planeta, así en el fondo le gustase más Camus que Sartre y escarbara por su cuenta en la literatura local e internacional, tanto europea como de los Estadios Unidos, lo que lo dotó como de un polo