El gobierno ha promovido, de buena fe, un comunitarismo que privilegia a la iniciativa privada sobre la pública, a los sindicatos más que a los propietarios. Ha permitido el ingreso a los puestos públicos al sector de lo que se llama, a falta de una palabra mejor, gentes de la izquierda para que demuestren sus capacidades en el manejo del Estado. Y esto no se veía en el país desde los años treinta del siglo anterior.
Vale decir que el establecimiento tradicional no recurrió a la violencia para impedirlo. Ese establecimiento llevaba un virtual monopolio del manejo de la cosa pública. Y desde los fines de los años cincuenta se repartía el gobierno entre liberales y conservadores, como se rota una junta directiva en una empresa privada. Lo que desbordó a la violencia en la medida en que esos dos antagonistas, se acomodaron al reparto del poder, excluyendo los múltiples matices intermedios que gravitaban en la nación.
Es decir, no logró conformar un estado incluyente de modo que Colombia devino en el único país del hemisferio con un conflicto armado crónico. Un conflicto violento que viene también desde los años treinta, cuando López Pumarejo propuso reformas de calado social más profundo. Conflicto que ahora recrudece con el narcotráfico auspiciado por el consumo de Occidente, que lo prohíbe desde los gobiernos, mientras la demanda crece.
Vale decir, lo hace más rentable. Según el actual ministro de Defensa, ese tipo de violencia y los grupos en armas han crecido, no disminuye. Y esto lleva a ponderar las cifras oficiales, insisto oficiales, sobre el estreno de la actual administración. El producto bruto en cambio, sólo creció el 0,6 % el último año, según el Departamento Nacional de Estadística. Disculpen las cifras, pero son elocuentes y necesarias por el momento.
El comercio nacional se ha contraído en -6,5 %, la industria manufacturera en -4,9%. Y la construcción y venta de vivienda cayó a -24, 5 % en el último bimestre comparado con el año anterior. El índice de producción industrial: -2%.
Era de suponer que la respuesta natural del comunitarismo debería haber sido el estímulo vía gubernamental, ejecutando rápidamente el presupuesto reactivando así la economía. Era lo esperado… Pero entonces eso no ocurrió así. La ejecución en el ministerio de Agricultura y Desarrollo rural es menor al 2%, y el del ministerio Trabajo no llega al 2%. El de ciencia no llega al 1%, y el de deporte, tampoco.
En efecto, los cuadros de la izquierda no tienen experiencia alguna en manejar la cosa pública, es un faltante cultural que paga el país por su exclusivismo. El gobierno podría haber sido mejor con un poco de previsión ante lo obvio.
Esto se ha traducido en encuestas desfavorables al presidente, en las que tiene más de 60% de impopularidad. Ha perdido en las últimas elecciones su baluarte, Bogotá y también a Cundinamarca y la Costa, en sitios donde ha desarrollado la mayor parte de actividad pública.