LOS MÁS recientes informes de Naciones Unidas y de las autoridades de Estados Unidos advierten sobre el incremento de la producción de cocaína a nivel global, y en el caso de este país el consumo también viene en alza. Esta situación lleva a la interrogante de cómo va a impactar la política antidrogas trazada por la administración Petro. EL NUEVO SIGLO consultó expertos.
En el año 2022, 110.000 personas murieron por sobredosis con fentanilo en Estados Unidos; en el año 2021 fueron 107.000. Ello hace que desde el punto de vista consumo y salud pública, la cocaína no sea en este momento la principal preocupación en este país.
No obstante, esto no implica para la lucha contra las drogas que adelanta Estados Unidos con alcance mundial, que la cocaína haya perdido importancia, pues en su territorio el impacto se mantiene alto.
Según cifras del Centro para la Prevención y Control de Enfermedades y el Centro Nacional de Estadísticas de Salud, en el año 2021 murieron 24.486 personas en Estados Unidos por sobredosis con cocaína; en 2020, murieron 19.447 y en 2019 perdieron la vida 15.883.
Cómo se sabe, Colombia se mantiene como el mayor productor en el mundo de la hoja de coca y también la producción de cocaína se ha incrementado en los últimos años en el país.
El actual informe sobre cultivos ilícitos en Colombia, entregado en septiembre pasado, por el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci) de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc),
reporta un incremento del 13% en el área sembrada con coca, pasando de 204.000 hectáreas en el año 2021 a 230.000 hectáreas en 2022.
La producción potencial de clorhidrato de cocaína en Colombia llegó a 1.738 toneladas métricas en el año 2022, manteniendo la tendencia al incremento que viene consolidándose desde 2013, indica el citado informe Simci.
Tras la presentación de este informe un portavoz de la Casa Blanca indicó al diario El Tiempo, que “los niveles de producción de coca y cocaína informados por la ONU, así como la propia tendencia al alza, son preocupantes. Estados Unidos y Colombia tienen en común el objetivo de reducir el cultivo de coca y la producción de cocaína, y continuaremos cooperando a tal efecto”, dijo.
A lo largo de las últimas décadas la cooperación de Estados Unidos con Colombia en la lucha contra el narcotráfico se ha centrado en la reducción de los cultivos ilícitos, aplicando mecanismos como la fumigación aérea con glifosato y la erradicación forzada.
Sin embargo, la política antidrogas marcó un punto de quiebre porque no contempla reactivar la fumigación aérea, para lo cual la Corte Constitucional exige una serie de requisitos que aseguren que su uso no afecte el medioambiente ni la salud de las personas ni tampoco hacer erradicación forzada.
Petro le apunta para reducir los sembrados de coca a la sustitución voluntaria de cultivos acordada con los campesinos; y en la lucha contra el narcotráfico fortalecer la interdicción de cargamentos y golpear las finanzas de las empresas criminales dedicadas a este ilícito.
Entre enero y septiembre del presente año, se han incautado en Colombia 566 toneladas de cocaína, con un incremento frente al mismo periodo el año anterior, cuando fueron 529 toneladas, según cifras del Ministerio de Defensa Nacional.
Opinión de expertos
El crecimiento de los cultivos de coca en Colombia, sumado al incremento del consumo de cocaína en Estados Unidos, hace pensar a algunos que el Gobierno nacional se vería en la necesidad de ajustar su política antidrogas, antes de que eventualmente la Casa Blanca endurezca su postura y exija mayores resultados, pues hasta ahora se ha mostrado comprensiva de lo que quiere hacer Petro en esta materia.
Consultado sobre el particular Óscar Palma, quien fue director del Observatorio de Armas y Drogas Ilícitas de la Universidad del Rosario, dijo que no cree que lo que está sucediendo en Estados Unidos con el consumo de cocaína haga que el gobierno Petro modifique su política antidrogas.
“No creo, el consumo de cocaína siempre ha estado creciente con una relativa alza en Estados Unidos, en Europa. Es decir, el consumo de cocaína a nivel global nunca se ha disminuido, todo lo contrario. De cierta forma el escenario que nos presentan en Estados Unidos no es que sea realmente nuevo, y en ese escenario se ha concebido la política de drogas del gobierno Petro”, analizó Palma.
Agregó que “no creo que vaya a realizarse un cambio a la política de drogas en Colombia, que además fue construida con un trabajo muy grande de consulta con un montón de comunidades e instituciones participantes. Y de cierta forma, el escenario de lo que está ocurriendo en Estados Unidos, pues concuerda con lo que se dice en esa política”.
El experto de la Universidad del Rosario tampoco cree que el incremento del consumo de cocaína en Estados Unidos haga que la Casa Blanca presione un cambio en la política antidrogas del actual gobierno colombiano.
“La preocupación principal sigue siendo el fentanilo y los opioides, claro el consumo de cocaína puede que aumente un poco, pero esta ha sido una tendencia del mundo que no se ha frenado”, dijo.
Añadió que esto no quiere decir que Estados Unidos esté descuidado del problema de la cocaína, “seguramente, algunos pronunciamientos hará al respecto e incluso podría llegar a presionar un poquito más al Gobierno de Colombia, pero no creo que el Gobierno de Colombia vaya a cambiar sus políticas solamente por el incremento del consumo en Estados Unidos”.
En tanto que el investigador Jorge Mantilla dijo que “el consumo de fentanilo y el consumo de cocaína en muchos contextos son complementarios. No necesariamente significa que mayor consumo de fentanilo disminuya el de la cocaína”.
Indicó sobre la política de drogas que formuló el gobierno Petro, que la implementación “está retrasada por dos razones: en primer lugar porque el Gobierno aún no ha renegociado los términos del PNIS, que era el plan de sustitución que traía el Acuerdo de Paz del 2016. Ahí hay enormes problemas de financiación y aunque el Gobierno ya destinó las partidas, aún no se resuelven aspectos como las negociaciones colectivas, como el problema de los intermediarios y los operadores del programa, y otros factores asociados a la desconfianza que generó el fracaso de ese programa en los territorios”.
Añadió que otro problema es la seguridad en los diferentes territorios, “en donde si bien estamos en un contexto de cese el fuego bilateral con grupos como el Eln y el Estado Mayor Central, el Estado no ha podido entrar a esos territorios a hacer la sustitución de cultivos que se ha prometido ni el tránsito a otras economías”.
Mantilla consideró sobre si el incremento del consumo de cocaína en Estados Unidos provocaría que la Casa Blanca presione cambios en la política antidrogas de Colombia, que “la presión no va a dejar de existir, lo que cambia es el enfoque de esa presión. Por ejemplo, ya Estados Unidos anunció que no se va a enfocar en indicadores como el área de hectáreas cultivadas, sino más bien en indicadores como, por ejemplo, el número de toneladas incautadas”.