La posesión ayer del presidente de Panamá marcará un punto de inflexión en la estrategia de combate al fenómeno de la migración ilegal en el continente americano. El nuevo mandatario ha sido claro en que no solo fortalecerá la vigilancia militar y policial en la frontera con Colombia, sino que todas las personas que arriben a su territorio luego de traspasar el peligroso Tapón del Darién serán deportadas. Este es un cambio drástico, ya que los anteriores gobiernos del istmo recibían a miles de personas mensualmente, albergando una parte en campamentos humanitarios y permitiendo que otro tanto siguiera su camino hacia el resto de Centroamérica, con miras a llegar a la frontera sur de Estados Unidos. De hecho, en los últimos días Mulino ya firmó con el secretario de Seguridad Interior de Estados Unidos, Alejandro Mayorkas, un convenio para repatriar migrantes que atraviesen el tapón del Darién.