Una vez más se registró un accidente con un vehículo de servicio público que dejó un alto saldo fatal. En esta ocasión un bus de transporte intermunicipal rodó a un abismo en la vía La Peña - Tobia, en Cundinamarca, dejando cuatro personas muertas.
Aunque las causas de este siniestro están por establecerse, es innegable que el arranque de este 2025 ha sido particularmente trágico en las carreteras, sobre todo por la cantidad de siniestros viales que involucran a vehículos de transporte público de pasajeros.
De hecho, el 3 de enero se registró la mayor tragedia luego de que un bus cayó a un precipicio cuando transitaba por la vía Panamericana, en el sector Pasto-Rumichaca, en Nariño. Lamentablemente trece personas perdieron la vida y una treintena quedaron heridas.
Un día después, otro bus se fue a una quebrada en inmediaciones del municipio de San Luis (Antioquia), en la autopista Bogotá-Medellín, dejando tres personas fallecidas.
Ya el 10 de enero fue una camioneta de servicio público la que perdió el control y terminó en el fondo de un abismo cuando transitaba entre la población de San Francisco hacia Mocoa (Putumayo). Una vez más el saldo fatal fue alto: seis pasajeros perdieron la vida.
Si bien es cierto que la Policía de Carreteras y las demás autoridades de tránsito han redoblado esfuerzos para garantizar un tránsito seguro a millones de vehículos, lo que explica la disminución de los índices de siniestralidad en la época de festividades, es claro que esta seguidilla de cuatro accidentes en menos de doce días con vehículos de servicio público que dejaron un alto número de víctimas mortales requiere un análisis profundo de las autoridades, lideradas por la Agencia Nacional de Seguridad Vial, cuya directora es Mariantonia Tabares. Algo está fallando en los planes de prevención y vigilancia al transporte público, por lo que es necesario aplicar correctivos urgentes.