Perspectivas. Formadora de guardianes de la naturaleza | El Nuevo Siglo
ANA JUDITH Vallejo, en la escuela C.E.R. Santa Inés del Monte de La Isla de la Amargura, en Cáceres, Antioquia, enseña a sus alumnos el valor de cuidar la naturaleza.
/Cortesía
Sábado, 22 de Octubre de 2022
Redacción Medio Ambiente

Desde que Ana Judith Vallejo Zapata decidió ser docente tuvo claro que su tarea no era solo enseñar a sus pequeños alumnos las tablas de multiplicar, historia o geografía y esperar a que sus educandos recitaran de memoria las tares de español o sociales.

Es por ello que algunas de sus clases no son dictadas en las aulas convencionales, ni el tablero o la tiza son necesarios.

En buena parte, los conocimientos que imparte a los alumnos del C.E.R. Santa Inés del Monte, en la vereda Isla de la Amargura, del municipio de Cáceres, Antioquia, tienen como epicentro una parcela, un nacimiento de agua, un sendero o el estudio de las especies de flora y fauna propias de la población.

Allí, como en las demás ecoescuelas que forman parte de la estrategia de la Corporación Autónoma Regional del Centro de Antioquia (Corantioquia), las materias que se imparten, aparte de las convencionales, están relacionadas con el cuidado del agua, el ahorro de energía, la buena disposición y recuperación de los residuos y la siembra de especies para mantener el ecosistema.

El C.E.R Santa Inés forma parte de los centros de enseñanza apoyados por Corantioquia y otras entidades que se han interesado por el proyecto “desde el año 2021. Lo vemos como una iniciativa que apoya nuestras actividades ambientales, con ello queremos generar conciencia al respecto en la comunidad educativa”, dice Ana Judith.

Sin embargo, aunque la C.E.R, Santa Inés apenas funciona como ecoescuela desde el año pasado, la profesora Ana Judith lleva vinculada a la institución 14 años, en los cuales el tema ambiental siempre ha estado presente.

“Desde 2010 venimos haciendo un trabajo ambiental que se proyecta a la comunidad de manera propositiva. Eso ayuda a que las personas tomen conciencia del cuidado del medio ambiente”, señala, y agrega que “para ello tenemos una la feria ambiental, otra de la cultura ambiental, la del Día del Agua, la del Día de la Tierra, y debido a todos esos proyectos ganamos que Corantioquia nos diera el visto bueno para la ecoescuela”, manifiesta.

Explica que “la Corporación que nos apoya en todos esos procesos, tenemos una compostera que nos donaron, semillas, la huerta, el plástico para que vayamos mejorando estas actividades ambientales que se desarrollan”.

¿Cómo es?

Pero ¿cómo es la ecoescuela? “Es de material normal, de ladrillos, cemento, tejas, puertas, todo convencional, lo que nos hace diferentes es que con los residuos orgánicos hacemos el compostaje, recogemos todo y hacemos con esos materiales materas. Ahora estamos trabajando temas relacionados con la fauna silvestre y además todo lo hacemos con material reciclable”.

De este proyecto forman para los 194 estudiantes de las cuatro sedes con que cuenta la institución educativa –tres de básica primera y una de básica secundaria.

Para cumplir los objetivos, “desde preescolar tenemos un grupo guardianes de la naturaleza, son 30 estudiantes desde preescolar hasta grado octavo”, indica la profesora Ana Judith.

Agrega que “los niños hacen campañas, siembras, limpieza de la huerta, organizan residuos orgánicos, realizan caminatas ecológicas, todas las actividades que tengan que ver con el cuidado, la defensa y la restauración de los ecosistemas”.

La mayoría de labores, en este caso consideradas académicas, se realizan dentro de la jornada escolar que, para el caso de preescolar, va de 7:00 a 11:30 de la mañana, en primaria se extiende hasta la 1:00 de la tarde y en secundaria hasta las 2:00 p.m.



Pero no siempre es dentro del horario habitual de clases, porque a las actividades en pro del medio ambiente se suman los padres de familia y demás integrantes de la comunidad educativa, de las asociaciones de la vereda y de las Juntas de Acción Comunal.

“Uno de los mayores logros es que tenemos la ecoescuela y otro que los padres de familia han emprendido huertas caseras, mantienen más limpia la vereda, ya no tiran los residuos al suelo. Ahora estamos adelantando la campaña Más Vida Silvestre para cuidar la fauna, así como unas cartillas, todas actividades desarrolladas en conjunto, guiados por la institución”.

Dice la profesora Ana Judith que la isla tiene una amplia variedad de fauna y flora. “Tenemos iguanas, ardillas, hicoteas, ponches, diferentes clases de aves, canarios, loros, guacamayas, y justamente este es el tema de la octava feria ambiental, que tenemos programada para realizar los días 26 y 27 de octubre”.

Toda la vida

“Toda la vida he trabajado con el medio ambiente, desde el bachillerato en los proyectos y horas de labor social que debíamos cumplir para podernos graduar de bachilleres, siempre lo hice con temas relacionados con la naturaleza. “Por eso estuve en el Inderena, participé haciendo trabajos del zoocriadero de iguanas que había frente a la plaza de mercado del pueblo… Siempre he sido amante y me considero apasionada del ambiente, por nuestro territorio y nuestro planeta Tierra”, señala.

Estudió en el Colegio de la Misericordia de Caucasia y en el Liceo Caucasia. “Terminé el bachillerato pedagógico en el 90, hice la licenciatura en la Universidad Javeriana, mi proyecto de grado fue en el Sendero Sarabanda y también hice una especialización en la U. del Norte”.

Pero no es lo único que hace en pro de la naturaleza. “Siempre hago parte de la mesa ambiental del municipio, de grupos ambientales locales, municipales y departamentales, con Corantioquia, la Umata, llevo el proceso de estar conversando con las comunidades para cuidar y conservar el medio ambiente”.

La vereda cuenta con aproximadamente 400 habitantes, 150 familias campesinas y 50 indígenas zenúes, quienes se encargan de recordarles que el cambio climático es una realidad y “cada día nos hemos ido concientizando de que debemos mejorar nuestros hábitos, nuestra convivencia en sociedad y que todos hacemos parte de la naturaleza. Este es el momento de recapacitar y decir no debo hacer esto o aquello porque causo daño al mundo”, manifiesta.

Por lo mismo le da desilusión que “a veces cuando vamos en la canoa cruzando el río Cauca, la gente tira la bolsa plástica al agua y dicen que una sola no hace daño, pero no se dan cuenta de que si lo hace uno, lo hacen otros. Algunos no quieren recapacitar, eso me decepciona. Por eso las inundaciones. La Isla de la a Amargura está en medio del río Cauca”.

En cambio, expresa que “los niños son muy inteligente, cada día enseñan cosas nuevas, sobre todo en la ruralidad, conocen de los animales, las plantas, cuándo se puede sembrar, cuándo arrancar y nos ayudan en cuanto a eso; les gusta explorar, preguntar, comprenden que es necesario cuidar el medio ambiente. Yo aprendo de nuestros estudiantes”.

Pero no es solo lo que hace en la isla. “Todo lo que tiene que ver con el Bajo Cauca me interesa. Es una región muy rica en cultivos agrícolas, fuimos despensa agrícola, había plátano, se ha ido disminuyendo por las crecientes del río; tenemos cacao, yuca, ñame, chontaduro, mamoncillo; hay árboles repletos de almendra, ganadería con fincas bufalinas, cría de cerdos, pollos, gallinas ponedoras, plátano cuatro filos, banano, es una riqueza inmensa lo que tenemos en la vereda”.

Todo este trabajo les ha significado ganar premios de la Gobernación, Corantioquia y varios reconocimientos a todos los niveles.

Por ello, Ana Judith afirma: “Seguiré trabajando por el medio ambiente, tenemos que cuidar la naturaleza y enseñarles a nuestros niños el valor que tiene”