Perspectiva. “Disidencias Farc nos cobran por todo” | El Nuevo Siglo
AFP
Sábado, 4 de Febrero de 2023
Redacción Nacional

Don Pedro es un campesino "de verdad, verdad”. Pero, recientemente tuvo que vender su finca en los Llanos Orientales, pese a que esa tierra le dio sustento toda su vida por cuanto sembraba y vendía en el pueblo yuca, plátano, maíz, ñame, malanga y ajonjolí, además de naranjas y limones. Una delicada enfermedad lo obligó a dejar su terruño y venirse para Bogotá por cuanto requiere atención especializada.

Sin embargo, su salud no es el único motivo de dejar atrás su finca. “…Me vine porque los señores de las disidencias de las Farc nos están cobrando por todo, como ocurría en el pasado. Ahora no se llaman vacunas, ni extorsiones, ni boleteo… Ahora le dicen ‘aportes voluntarios’… Además, aparecieron más grupos armados y uno ya no sabe qué hacer”, explica.

A sus sesenta y tantos años, y habiendo vivido durante mucho tiempo en una zona en donde la guerra siempre estuvo presente, don Pedro advierte que la situación ahora es más complicada.

“Aquí nadie escapa a las órdenes de ellos (las disidencias) ni al pago de los aportes. Todos pagamos, así nos duela y no tengamos para comer. Por vender mi finca tuve que pagar la bobadita de 20 millones a finales del año pasado y eso que tuve lo que ellos dijeron que era un ‘generoso descuento’, gracias a que debo someterme a un tratamiento médico muy bravo y costoso para tratar de recuperar mi salud”, precisó.

Aguantando por estos días el intenso sol de día y los fríos “berracos” en las madrugadas bogotanas, el campesino admite que le dio “mucha nostalgia vender la tierrita en la que viví con mi mujer más de 30 años. Estábamos los dos, por cuanto mis tres hijos, todos varones, los envié a Villavicencio a donde un hermano cuando el mayor tenía ocho años para que no se los llevaran las Farc… Por seguridad no volvieron a la finca y con mi señora viajábamos a visitarlos cada 15 días… Todos cogieron camino ya, estudiaron y están trabajando; tienen sus hogares en Cundinamarca y Bogotá”.

Don Pedro recuerda que cuando llegó a un pueblo del Meta, lo hizo con la ilusión de seguir los pasos de su padre, un tolimense que también fue campesino toda su vida y “nos enseñó a querer la tierra”.

Dura realidad

De acuerdo con este finquero “con jubilación forzosa”, ahora que está en Bogotá puede decir las cosas como son. “Les puedo contar unas verdades que no saben en las grandes ciudades como Bogotá… Allá nunca han visto pasar por sus casas las Farc, el Eln, los paras…”.

Dice que “como todos saben”, en los Llanos hay “coca y comida”. “Unos nos dedicamos a cultivar alimentos y levantar vacas” y “otros a la coca”.

Don Pedro dice que es “duro ver cómo las fumigaciones con glifosato también acababan los siembros legales… y no había ante quién reclamar. Decían que la culpa la tenía el viento que arrastraba el glifosato”.

Recuerda que en todo el Meta las fumigaciones se dieron por muchos años, desde Puerto Rico hasta Puerto Concordia, Mapiripán, Vista Hermosa, Puerto Lleras y otras poblaciones.

Como es apenas obvio, en varias ocasiones en la región en donde vía se dieron combates entre la guerrilla, los paramilitares y las tropas del Ejército.

De acuerdo con los informes de Inteligencia Militar, en varios municipios del Meta se vive hoy un recrudecimiento de la violencia por parte de actores armados. En la zona en el pasado hacía presencia el frente 7 de las Farc, sobre todo en los municipios de Vistahermosa, Mesetas, Puerto Concordia, La Macarena y Puerto Rico. En estos dos últimos poblados también estaba el frente 44. Hoy, no solo sobreviven allí algunos grupos de las disidencias, sino también de otros grupos armados ilegales.

Es una tierra complicada, sobre todo en las zonas más rurales y aisladas. De acuerdo con don Pedro, “allá es mal visto que se salude a los soldados cuando pasan patrullando por las veredas. Uno puede ser señalado hasta de informante y lo matan”.


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Las ‘órdenes’

Según el campesino, las ‘órdenes’ de las disidencias de las Farc las hacen llegar a través de las juntas de acción comunal e incluso con carteles. “Ellos tienen un control absoluto y saben cuántas cabezas de ganado hay en cada una de las fincas… Se toman la molestia de contarlas para luego exigir los 'aportes voluntarios'. También están pendientes de quién vende la finca o la casa, la extensión y cuánto le pagaron… Exigen un aporte del 10 por ciento de la venta”, agrega.

En otras ocasiones “los guerrilleros van directamente a las fincas y obligan a sus dueños a pagar diez mil pesos por cada cabeza de ganado… Si tienen caballos, también deben cancelar los mismos diez mil pesos. Los citan a un sector y una vez se llega a ese lugar, va un mensajero y da otra ubicación. Mientras tanto tienen gente vigilando hasta con binoculares y con informantes en la vía por si de pronto alguien avisó al Ejército”.

Don Pedro recordó que “hace un par de años un campesino de nuestra vereda fue secuestrado y días más tarde apareció muerto. Se rumoró que habían sido las Farc que lo acusaban de informante…”. Los líderes sociales y comunales que no ‘colaboran’ con estos grupos también quedan en la mira y muchos tienen que salir de la zona para evitar ser asesinados.

Para don Pedro esa situación de violencia es la que impide que los turistas lleguen a muchas zonas del Meta que son muy bonitas,  cuentan con aguas termales, ríos para nadar y pescar. También hay parques arqueológicos como el de la vereda Cunimia y está nada menos que el Parque Natural Nacional Serranía de La Macarena.

“Si no estuviera toda esta gente armada, esta región viviría del ecoturismo y la siembre de comida…”, se lamenta el exfinquero.

En cuanto a los procesos de paz, don Pedro dice: “Ojalá se dieran, pero nosotros, los del campo, no creemos mucho que se logre… Esa gente (los grupos armados) ganan millones y millones con el narcotráfico, las extorsiones, la minería… No van a renunciar a toda esa plata”.

¿Quiénes son?

Según las fuentes militares, en el Meta la situación de orden público está “controlada” pero es compleja. Se tiene una intensa persecución a los frentes 1 "Armando Ríos", dirigido por Néstor Gregorio Vera Fernández, alias "Iván Mordisco", y el frente 7 “Bloque Sur Oriental". También están los frentes 40 y 62, que hacen presencia igualmente en Guaviare, Putumayo, Caquetá y Vaupés.

Se sabe que en los últimos tres años se registró una recomposición de las disidencias de las Farc y de la "Segunda Marquetalia", que son los grupos desmovilizados que volvieron al monte. También hay presencia de las "Autodefensas Gaitanistas de Colombia", es decir, del "Clan del Golfo", y otras estructuras al margen de la ley que con acciones violentas, terrorismo, disputa por corredores de movilidad del narcotráfico y minería ilegal, así como constreñimiento a los campesinos, asesinato de líderes sociales y ataques a policías y militares, tratan de ‘dominar’ a sangre y fuego extensas zonas veredales.