Reconocer genocidio armenio: llamado de atención de EEUU a Turquía | El Nuevo Siglo
El Tzitzernakaberd, un monumento ubicado en Ereván, la capital de Armenia, donde se encuentra el Museo del Genocidio Armenio
AFP
Sábado, 1 de Mayo de 2021

La semana pasada el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se convirtió en el primer mandatario de ese país en reconocer con la palabra “genocidio”, al asesinato de 1.5 millones de armenios a manos del Imperio Otomano, del que hoy son herederos los turcos.

"Cada año, en este día, recordamos las vidas de todos los que murieron en el genocidio armenio de la época otomana y nos comprometemos de nuevo a impedir que vuelva a producirse una atrocidad semejante. Honramos su historia. Vemos ese dolor. Afirmamos la historia. No lo hacemos para echar culpas, sino para garantizar que lo que ocurrió no se repita nunca", dijo el presidente norteamericano.

Con el uso deliberado de esta palabra (que históricamente Turquía ha rechazado de manera tajante), Joe Biden le puso fin a una larga tradición de silencio y despertó la indignación de un país que, por su privilegiada ubicación geopolítica, históricamente se ha constituido como un aliado incondicional de Estados Unidos.

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan criticó las declaraciones de su homólogo estadounidense y las calificó como “infundadas y contrarias a los hechos históricos”. También fueron rechazadas por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Turquía, Mevlüt Çavusoglu, quien afirmó que la expresión empleada por Biden carece de toda base académica o jurídica y no está respaldada por las pruebas.

Y el Parlamento turco le pidió al mandatario norteamericano corregir su error, e hizo un llamado al presidente Biden para que “apoye a los pueblos turcos y armenios para que vivan en paz, estabilidad y seguridad”.

“La investigación de eventos históricos y la revelación de la verdad debe dejarse en manos de expertos y de historiadores, no de políticos. Turquía aún no ha recibido respuesta sobre su propuesta de establecer una comisión de historia conjunta sobre los reclamos armenios", indicó el presidente turco.

Con esa claridad y más allá de las reacciones que se desprendieron de las palabras de Biden, ¿cómo explicar la declaración del presidente norteamericano? ¿Porqué romper una tradición de décadas, en la cual sus predecesores fueron extremadamente cautelosos, incluso Ronald Reagan, quien lo mencionó y luego desestimó sus propias palabras?

Y lo que es aún más importante: ¿qué implicaciones puede tener en las futuras relaciones entre Estado Unidos y Medio Oriente?


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Una declaración en contra vía

En una primera medida, hay que entender porque Estados Unidos se ha mantenido al margen de este tema, pese a que este es el segundo genocidio mas estudiado en la historia después del holocausto judío durante la Segunda Guerra Mundial.  

Durante el siglo XX la respuesta que el pueblo armenio ha recibido, casi que de manera sistemática por parte de la comunidad internacional ha sido la siguiente: Ese exterminio estuvo a manos de un imperio que ya no existe y así los turcos sean los herederos del mismo, el manto de duda siempre se puso sobre ese tecnicismo: los culpables ya no existen.

Esta fue, hasta cierto punto, una respuesta estándar y facilista permitida por la misma forma en la que se edificó Turquía. A este respecto es importante referir que en 1922 este país se creó como un estado laico de corte occidental y Mustafa Kemal Atatürk, fiel admirador de Europa occidental y especialmente de Gran Bretaña, fundó un país basado en el mundo occidental.

“Fiel a esa tradición, por ejemplo en 1951 el país entró a la OTAN y pasó a ser parte de todo este equipo de Estados que estaban en contra de la Unión Soviética y pasó a convertirse en lo que se denomina un Estado tapón, es decir que protege a dos bandos de un enfrentamiento directo. Por eso cuando a Estados Unidos le preguntaban por el “genocidio” Armenio, la Casa Blanca fue siempre muy cautelosa porque se trataba de su gran aliado, miembro de la OTAN y quien estaba frenando a los soviéticos en el Cáucaso entonces, ¿Cuál genocidio?”, comenzó por explicarle a EL NUEVO SIGLO, la internacionalista de la Universidad Externado de Colombia y experta en Medio Oriente y Estados Unidos, María Teresa Aya.

Punto aparte, la otra razón por la cual el presidente Biden se fue por este camino, indicó a EL NUEVO SIGLO la internacionalista, se debió más a una finalidad utilitaria por parte de Estados Unidos.

“Este es un mensaje claro para Turquía, no para Armenia. Los armenios se merecen el reconocimiento pero Biden no está, de facto, reconociendo el hecho. Estados Unidos le está diciendo a Turquía: “usted ya no es mi aliado incondicional. Usted se ha retirado de mi mundo, le compró antimisiles a Rusia, se metió en Siria cuando le pedí que no lo hicieran y en Irak. Ustedes hacen eso, yo reconozco el genocidio armenio. Ese fue el mensaje”, añadió la profesora del Externado quien, contrario a lo que otros analistas piensen, no pasará a mayores.

Por el contrario, de acuerdo con el profesor de política exterior norteamericana de la Universidad Javeriana, Emerson Forigua, llama la atención que el presidente norteamericano haya decidido hacer dicha declaración en este momento, en el que ya tiene tensiones con Rusia y China, y se están configurando escenarios poco esperanzadores en Afganistán.

“Joe Biden necesita a Turquía para seguir desestabilizando a Rusia en Ucrania, el Mar Negro y el Cáucaso. Creo que los americanos partieron del supuesto de que no hay nada relevante que Turquía pueda hacer. Biden es un zorro viejo en política exterior que estuvo detrás de la interferencia en las elecciones de Rusia en 2011, de las primaveras árabes y del retiro de EE.UU de Irak. No sé muy claro que calculo está haciendo”, le dijo a EL NUEVO SIGLO el profesor Forigua.  

A este respecto es importante tener presente que el pasado miércoles el jefe de la diplomacia de Estados Unidos, Antony Blinken, expresó su esperanza de mejorar las relaciones con Turquía pese al reconocimiento del genocidio armenio por parte de su país, pero renovó las advertencias de sanciones si Ankara mantiene un sistema de defensa aéreo comprado a Rusia.


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El hecho como tal

Han pasado 106 años desde que tuvo lugar el que sería el primer genocidio del siglo XX. Armenia fue parte del Imperio Otomano desde el siglo XV, pero al constituirse en una mayoría cristiana ortodoxa, esta sociedad sufrió la opresión religiosa de los musulmanes turcos y kurdos durante 600 años. No eran nada menos que ciudadanos de segunda categoría.

Pero en el contexto de la Primera Guerra Mundial, luego de que los rusos derrotaran al Imperio Otomano en los frentes del Cáucaso, el ministro de guerra Ismail Enver Pasha culpó a los armenios de la derrota, acusándolos de conspiración con los ejércitos del Zar para tal fin.

El 24 de abril de 1915, el gobierno imperial capturó a 250 intelectuales y lideres armenios que vivían en Constantinopla para presentar a esta minoría étnica como una amenaza para la seguridad del imperio y ese habría de ser el comienzo del fin.

El 2 de mayo de ese año se aprobó una Ley de deportación que permitía desterrar a cualquiera que representara una amenaza contra la seguridad, y con esa luz verde los armenios se vieron forzados a marchar por el desierto sirio. En estas inclementes marchas de la muerte, las autoridades militares retuvieron los suministros con que alimentar las procesiones y miles de armenios murieron de inanición. Muchos de los sobrevivientes fueron exterminados en mas de 20 campos de concentración instalados en la actual frontera de Turquía con Siria e Irak.

Por su parte, Turquía se opone a la presentación de estos incidentes como un "genocidio", ya que los considera una tragedia en la que ambas partes sufrieron bajas.

La palabra genocidio

Por último, una pregunta válida debe ser resuelta: ¿Sí fue un genocidio? La palabra, es importante recordarlo, la acuñó Raphael Lemkin, una palabra compuesta del sustantivo griego "genos" (raza, pueblo) y del sufijo latino "cide" (matar) y de ello fue inspirada por el genocidio que hoy nos ocupa. Implica, además, que debe ser sistemático y deliberado de un grupo social por motivos raciales, políticos o religiosos.

“En 1915 había 2 millones de armenios y mataron, deportaron o desaparecieron a un millón y medio de personas, el 75% del país. Fue claramente un genocidio. Desde ese momento la diáspora armenia (porque los 500.000 armenios restantes se convirtieron en una diáspora y solo hasta 1991 recuperaron algo de institucionalidad), se dedicó a pedir, por más de 100 años, el reconocimiento a lo que sufrieron”, finalizó explicando la internacionalista.