Mediante un estudio genético realizado a cinco poblaciones de tortugas sabaneras de la Orinoquia se evidenció un descenso significativo en el número de individuos en sus poblaciones. Las alteraciones en el hábitat, la caza y el tráfico de esta especie nativa de los Llanos Orientales influyen en su disminución. Con los resultados se busca establecer mecanismos de conservación.
Para llegar a esta conclusión, la bióloga Diana Marcela Cárdenas Barrantes, magíster en Ciencias - Biología de la Universidad Nacional (UNAL), estudió cinco poblaciones de tortugas sabaneras ubicadas en Paz de Ariporo (Casanare), Puerto López, San Martín y Villavicencio (Meta).
Para ello empleó herramientas moleculares para evaluación genética, trabajo que adelantó con el profesor Mario Vargas Ramírez, coordinador del Grupo Biodiversidad y Conservación Genética, del Instituto de Genética de la UNAL (IGUN).
Tomando 124 muestras de sangre, los investigadores encontraron que las especies de tortugas presentan el fenómeno de “cuello de botella”, una situación que se evidencia cuando las especies han sufrido un descenso drástico en su población en algún momento del pasado. A pesar de que esta es una especie clasificada como de “baja preocupación”, los hallazgos mostrarían un inminente riesgo.
La tortuga sabanera, o galapo llanero (Podocnemis vogli), no supera los 30 cm y su peso promedio es de 4 kilogramos. Posee un caparazón liso y aplanado de color café, además de su hocico puntiagudo y unas manchas amarillas que sobresalen en su cabeza. Tiene una distribución restringida en la cuenca de la Orinoquia en Colombia y Venezuela. En Colombia habita en las subcuencas del Orinoco, especialmente en los ríos Arauca, Casanare, Meta, Bita, Guaviare y Vichada. Es una especie que juega un papel importante porque aporta nutrientes a los cuerpos de agua en donde habita.
“Las tortugas ingieren las semillas, y en su desplazamiento las van dispersando en diferentes ecosistemas a través de sus heces. Gracias a su dieta, incrementan el flujo de nutrientes en los ecosistemas acuáticos donde habitan. Por ser una especie antigua es un elemento importante del proceso evolutivo, siendo una representante vital de la biodiversidad del planeta”, explica la magíster.
Sin embargo, es una especie amenazada tanto por la caza -para el consumo de sus huevos y su carne- como por el tráfico, para usar su caparazón como adorno. El Instituto Humboldt asegura que son cazadas en dos épocas del año: en sus meses reproductivos y en Semana Santa. Los individuos juveniles son capturados para venderlos como mascotas.
La investigación mostró que las poblaciones están teniendo una alteración en la migración a través de un fenómeno conocido como migración asimétrica. Los individuos no estarían migrando en las mismas direcciones, lo que sería consecuencia de una alteración de la ubicación por parte del ser humano.
“La especie estaría migrando 5 km por mes, lo que es demasiado poco; además de la intervención humana, las barreras naturales como los ríos grandes también estarían afectando su migración”, afirma.
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Análisis genético
El estado de conservación de la tortuga sabanera es desconocido por la falta de información sobre su distribución, estructura poblacional e historia natural. Por ello, con la intención de evaluar qué lineamientos se podrían utilizar para conservar la especie, la investigadora utilizó herramientas moleculares que permiten identificar y evaluar la diversidad genética en el ADN de las tortugas. Para lograrlo utilizó el marcador molecular variable “microsatélites”.
El análisis de las muestras de sangre se hizo mediante una prueba PCR (reacción en cadena de la polimerasa), con la que se pueden amplificar los microsatélites, segmentos cortos de ADN que se repiten consecutivamente e indican cambios genéticos.
“Inicialmente se identificaron los fragmentos que contienen los microsatélites en cada individuo, lo que nos permitió analizar la variabilidad. Producto de mutaciones que se presentan de generación en generación, y de su frecuencia, se identifica una alta diversidad genética y se determinó la presencia de una reciente estructura genética compuesta por cinco poblaciones”, señala la investigadora.
Lo anterior les permite proponer lineamientos para el manejo y la conservación de la especie, como los que se emplearon para tomar muestras de sangre a 27 tortugas sabaneras en cautiverio en la Estación de Biología Tropical Roberto Franco (EBTRF) de la UNAL en Villavicencio,
Mediante dicho trabajo se determinó que -por la afinidad genética encontrada- 17 tortugas podrían ser liberadas dentro de las poblaciones identificadas en Puerto Carreño (Vichada), Paz de Ariporo (Casanare), Villavicencio y San Martín (Meta).
“La reflexión es que si seguimos con estas prácticas muy seguramente esta especie y los servicios que presta al ecosistema van a desaparecer. El llamado es a estudiar las especies en Colombia, entender su situación e importancia para enfocar los esfuerzos en su manejo y conservación”, concluye la magíster.