Buena parte de la historia de la humanidad aún se conserva en papel, un soporte muy antiguo del cual se estima su origen en China en el siglo II A.C. y en el antiguo Egipto entre los años 73 a 49 a.C.
Un documento en papel que no sea resguardado en las condiciones apropiadas se va deteriorando hasta -en ocasiones- perder su esencia: la información.
La mayoría de los documentos en papel reposan hoy en día en archivos y muchos ya tienen un valor patrimonial, pues se constituyen en los únicos testigos de hechos y acontecimientos, y es a partir de ellos que el futuro puede proyectarse sobre bases sólidas.
De ahí que su conservación sea tan importante para el Archivo General de la Nación de Colombia (AGN), entidad rectora de la política archivística nacional que se encarga, además, de custodiar, resguardar y proteger el patrimonio documental de los colombianos.
En sus modernos laboratorios, el AGN cuenta con tecnología de punta y equipos de profesionales interdisciplinarios que se encargan de aplicar las más modernas técnicas para la restauración de documentos en estado de deterioro.
Para la muestra, la entidad restauró el documento más antiguo que existe en nuestro país. Se trata de manuscritos originales de 1543 del Fondo Caciques e Indios, y que se refieren a diversos temas relacionados con los indígenas en los siglos XVI y XVII.
“Esos tomos venían empastados desde finales del siglo XIX. Incluso acá encontramos el contrato que se hizo con un señor de apellido Briceño que tenía un taller de encuadernación. En 1868, cuando el presidente (Manuel María) Santos Acosta ordenó recoger todos los documentos históricos que estaban regados por todo el país, medio se organizaron y se mandaron empastar, pero con el tiempo se deterioraron porque se usaron materiales no apropiados como cola de carpintería, por eso no se podían abrir bien para ver el contenido; entonces hubo necesidad de desempastarlos para microfilmarlos. Se les volvió a dar unidad como legajo y se cosieron con un tipo de costura del siglo XVI. Son más de 60 tomos de ese fondo, todos se reencuadernaron, se les hizo cubierta en cuero flexible y estuche especial de conservación”, explica Fanny Ángela Barajas Sandoval, coordinadora del Grupo de Conservación y Restauración del AGN.
Historia clínica
Pero recuperar un documento histórico no es tarea fácil, y menos económica, pues los materiales y los insumos son costosos.
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Para empezar, los expertos del AGN parten de un diagnóstico que realiza un restaurador de bienes culturales muebles, quien evalúa el estado del documento y solicita, de ser necesario, un análisis de laboratorio de biología para detectar la presencia de microorganismos, hongos, bacterias, levaduras, etc.; y exámenes químicos para analizar el papel y las tintas. Luego se hace un registro fotográfico del documento y se le abre una historia clínica, como a cualquier paciente, explica Barajas Sandoval.
“Se decide, entonces, si hay que desempastar el documento; si venía cosido muchas veces preferimos conservar las costuras originales por su valor histórico. Hay que analizar el tipo de papel, si es industrial o papel manual; se establece si el deterioro es biológico, químico o físico. Se determina si el tratamiento debe ser en húmedo o no, según el tipo de tintas que fueron utilizadas, y se evalúan sus antecedentes: dónde estaba almacenado, en qué condiciones físicas, de humedad, etc.”, dice la experta.
Aunque los documentos a restaurar son desinfectados, todo el procedimiento, que puede durar meses, se realiza bajo estrictos protocolos de bioseguridad: uso de guantes, tapabocas, gafas, bata y cofia, porque los microorganismos pueden afectar la salud humana y el contacto directo puede afectar aún más el papel.
Claro, no siempre se logra salvar todo el texto por el alto grado de deterioro que puede presentar, pero se trata de recuperar la mayor parte y conservar por lo menos el soporte, que también es información.
Restauremos nuestro patrimonio
Consciente de la necesidad de preservar la memoria de la nación, desde 2018 el AGN abrió el concurso “Restauremos nuestro patrimonio documental” como una forma de estimular la recuperación de documentos con valor histórico en los archivos regionales.
La primera convocatoria se realizó en 2018 para conmemorar los 150 años de creación del Archivo Nacional en 1868, que luego, en 1989, se convirtió en el actual Archivo General de la Nación.
Y hasta el próximo 31 de julio estará abierta la quinta convocatoria (ver recuadro) en la que pueden participar los archivos regionales y las entidades privadas inscritas en el Registro Nacional de Archivos Históricos Colombianos.
El Comité de Patrimonio del Archivo General de la Nación selecciona los tres documentos ganadores –eventualmente puede haber menciones especiales-, y el premio es la intervención y restauración de documentos que serán devueltos a su propietario o tenedor.
En las cuatro versiones anteriores hubo más de 20 postulaciones en cada una, por eso el AGN ha restaurado un total de 13 documentos, algunos muy deteriorados del siglo XVI como el “Libro Primero de la Notaría Primera de Guadalajara, Buga. 1560-1626”, que custodia la Academia Leonardo Tascón.
También se recuperó un documento histórico del Sanatorio de Agua de Dios, eran unos periódicos hechos a mano por los internos; documentos de José Eustasio Rivera, y unos periódicos manuscritos de 1922 en poder de la Biblioteca Municipal Manuel Agustín Ordóñez, de La Cruz (Nariño).
Hace pocas semanas el AGN entregó a su custodio, la Academia de Historia de Norte de Santander, el último documento recuperado, ganador de la cuarta convocatoria del premio ‘Restauremos nuestro patrimonio’. Se trata de “Protocolos notariales del siglo 18 (1762-1795) de la Notaría Primera de Cúcuta”.
“Los documentos restaurados los devolvemos a su dueño, y el AGN se queda con una copia digitalizada previa autorización de sus tenedores o propietarios para la divulgación, uso y préstamo de los contenidos de acuerdo con nuestra misionalidad, con fines educativos y sin ánimo de lucro”, sostiene la coordinadora del Grupo de Restauración y Conservación.