A WILSON Calambás, las ilusiones no solo le han dado alas, sino también metas concretas a largo plazo, no en vano hoy tiene el ojo avizor para llegar a los lugares más lejanos. Con sus manos creativas, este indígena de la Comunidad Misak, nació en una tierra en conflicto para construir su destino como emprendedor
En la vereda El Tejar, ubicada a media hora de la cabecera municipal de Silvia, Cauca, una idea de negocio se tejió desde el orgullo de pertenecer al pueblo indígena Misak y la visión de un microempresario.
Este emprendedor es Wilson Calambás, quien al salir de su resguardo hacia la capital del país le abrió la mente para regresar luego a su comunidad a emprender, destacando el arte y la cosmogonía de su etnia, con lo que le dio vida a su ‘Almacén y confección Misak Srailø, Tejidos Misak’.
Es el caso de Wilson y su familia, quienes fabrican y venden artesanías, además de prendas propias de su comunidad, elaboradas por ellos mismos a partir de los conocimientos heredados de sus ancestros y que se siguen transmitiendo de generación en generación. Su negocio ha ido creciendo en gran parte por contactos y alianzas que Wilson ha hecho, la participación en ferias como las de la Asociación Colombiana de Agencias de Viajes y Turismo (Anato), sus ventas por redes sociales y, recientemente gracias a los contactos de su comunidad en Estados Unidos, hizo su primer envío hacia ese país.
Emprendimientos
Wilson es beneficiario del programa Emprendimientos Productivos para la Paz (Empropaz), una iniciativa que es liderada por Bancamía, entidad de la Fundación Microfinanzas BBVA, en alianza con Usaid, la cual busca impulsar el fortalecimiento de empresas y el nacimiento de nuevos negocios, específicamente en 92 municipios de 17 departamentos, afectados por la violencia y la pobreza, donde se han impactado a 194.000 personas con formación especializada y procesos de inclusión financiera en condiciones especiales.
“En estos casi 15 años nos hemos interesado por entender a los microempresarios, conocer de primera mano sus condiciones sociales, identificar de forma clara sus limitaciones, y así, en adelante, cómo desde nuestra oferta de valor proponemos resolverlas. La inclusión financiera debe partir de una amplia mirada, hay que ir más allá de lo financiero, como lo hemos hecho con Wilson, porque solo así nuestro modelo de acompañamiento podrá tener una mejor tasa de éxito que redunde en un mejoramiento de su calidad de vida”, explica Viviana Araque Mendoza, presidenta ejecutiva de Bancamía.
Los números
A partir del acompañamiento empresarial y formativo, Wilson cuenta que implementó un libro contable para tener control de sus ingresos y egresos, desarrolló estrategias de mercadeo para generar contactos y dar a conocer sus productos en otros municipios del Cauca, a través de ferias departamentales, pero también en otras ciudades como Barranquilla, Armenia y Bogotá, a donde envía mercancía, especialmente mochilas, gracias a las redes sociales.
De hecho, la comunicación con sus clientes en Colombia y otras partes del mundo ha sido posible con un computador que compró por medio del crédito de fortalecimiento al que accedió con Bancamía, el cual también invirtió en máquinas para hacer los procesos de confección de la indumentaria tradicional de una manera más tecnificada dentro de su Resguardo de Guambía, en el que habitan 13.000 Misaks, con el objetivo de ahorrar tiempo, especialmente en las épocas del año donde tiene más pedidos.
Materia prima
Adicionalmente, adquirió materia prima para cumplir con los pedidos que tenía y también poder ofrecer más productos, de los que se siente orgulloso porque allí las personas pueden entender su cosmogonía como pueblo indígena a partir de los diseños, colores y técnicas empleados. Y viendo el valor y el interés que esto genera, Wilson identificó un servicio turístico que ahora ofrece, denominado la ‘Ruta del Tejido Misak’.
“Obtener un crédito nos fortaleció porque teníamos muchas cosas para ofrecer, pero nos hacía falta el recurso para seguir creciendo. A veces teníamos mucho pedido, pero quedábamos mal porque necesitábamos materia prima y una fileteadora para coser de manera más rápida el traje del Misak que nuestros mayores lo hacían a mano y quita bastante tiempo. Las capacitaciones me fortalecieron mucho en lo familiar, ver que mi esposa era un gran apoyo también en el negocio, y en la parte contable, administrativa y el mercadeo que me sirvió mucho, incluso lo replicaba a otros compañeros”.
Negocio familiar
Calambás tiene tres hijos, y en el emprendimiento es respaldado por su esposa y su hija mayor, quienes se encargan específicamente de realizar algunos artículos. Cada uno se ha especializado en un tipo de producto. También participan su hermana y su cuñada.
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Ellas también están especializadas. La cuñada lo hace en el diseño de las mochilas y ellos lo producen, se lo dan a Wilson para que él lo venda a través de su empresa. Es una especie de negocio familiar. Su hermana lo hacía antes a través de organizaciones de artesanos, pero ya con la empresa de Wilson ella sale favorecida.
Exportaciones
Entre los planes inmediatos de Wilson está sacar masivamente sus productos al exterior, consolidarse a través de las conexiones que tiene en Estados Unidos para enviar hacia ese país una mayor cantidad de productos. Pero, asimismo, espera a través de las ferias a nivel nacional, dar a conocer mucho más sus productos y posicionarse en redes sociales.
Al mismo tiempo espera que tanto a nivel departamental como nacional el gobierno lo respalde sobre todo con recursos para poder ampliar su empresa y así pueda generar más empleo y oportunidades para las comunidades indígenas que representa.
Sin duda las micropymes realizan una contribución en el desarrollo sostenible y la economía global, y el propósito desde Empropaz, es destacar la importancia de crear oportunidades para su crecimiento y consolidación, especialmente en zonas vulnerables, como muchos rincones de Colombia donde la creación de una microempresa representa el sustento de una familia y el desarrollo de toda una comunidad
El brazo financiero
Las microempresas es el sector productivo más importante del país, y desde organizaciones como Bancamía se analiza cómo el acceso a productos y servicios financieros, con acompañamiento formativo, cambia vidas en poblaciones de bajos recursos.
Asimismo, la entidad de la Fundación Microfinanzas BBVA cuenta que de los 365.000 microempresarios que atiende en el país, el 86% son vulnerables desde el punto de vista de sus ingresos, 42% viven en zonas rurales y 36% cuentan con educación primaria a lo sumo, realidades que con mejores oportunidades de acceso no representan barreras para hacer crecer un negocio. Como Wilson, en 92 municipios afectados por la violencia y la pobreza, cerca de 10.000 emprendedores y microempresarios han recibido formación empresarial para la creación y fortalecimiento de microempresas, a través del programa Empropaz, y respaldado por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid).