Tras el incremento, en las últimas décadas, de fenómenos naturales, entre ellos el aumento del nivel del mar y tormentas tropicales, han sido sembrados 79.200 manglares con lo que se busca mitigar la erosión costera, en el Caribe y, así mismo, aportar al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas: objetivo N° 11 “Ciudades y comunidades sostenibles”, y objetivo N° 13 “Acción por el clima”, por parte de Colombia.
El proyecto es adelantado por el Banco de Desarrollo del Estado de la República Federal de Alemania KfW, el Ministerio de Ambiente, la Corporación Autónoma Regional de Los Valles del Sinú y del San Jorge (CVS), Fondo Acción, la Fundación Omacha, asociaciones de mangleros y miembros de las comunidades de San Bernardo del Viento y San Antero, en el departamento de Córdoba.
En el desarrollo de este proyecto, se contempla la rehabilitación de 50 hectáreas de ecosistema de manglar, según las Medidas de Adaptación Basada en Ecosistemas (MABE), 30 de ellas ubicadas en los sectores de Camaronera, Tinajones, Playa Mireya y Paso Nuevo, en San Bernardo del Viento, y en Mestizos, San Antero, Córdoba.
Para lograr este objetivo, actualmente 14 asociaciones de mangleros de San Bernardo del Viento y la Junta de Acción Comunal de Paso Nuevo, han puesto en marcha cuatro viveros comunitarios para la producción de plántulas de dos especies de mangle: rojo (Rhizophora mangle) y Zaragoza (Conocarpus erectus). Además, se ha avanzado en la siembra de 79.200 plántulas, en aproximadamente el 70% de las áreas.
Durante el segundo semestre del 2022, se continuará con el fortalecimiento de la gestión comunitaria y gobernanza de 290 familias que hacen parte de la Junta de Acción Comunal de Paso Nuevo y catorce organizaciones de mangleros involucradas en el proyecto. Además, se crearán dos viveros comunitarios que aportarán a la restauración de 20 hectáreas de manglar en el sector de Mestizos, en San Antero.
Estas siembras tienen como objetivo ser una barrera contra la erosión de cinco kilómetros de línea costera, en esta región del Caribe colombiano. Además, aportan a la conservación de los bosques de manglar, que proveen múltiples bienes y servicios para las especies de fauna y flora, y las comunidades humanas que allí habitan.
Cabe resaltar que los bosques de manglar tienen la capacidad de almacenar por cientos o miles de años en sus hojas, troncos, raíces y sedimentos hasta diez veces más dióxido de carbono que los bosques terrestres.
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El papel
Los manglares son humedales marino-costeros que se ubican en los litorales tropicales de suelo plano y fangoso y aguas relativamente tranquilas. Presentan formaciones boscosas de plantas leñosas y tolerantes a la sal, y son el hábitat de una gran cantidad de peces marinos y otros organismos costeros.
Como todos los humedales, los manglares prestan valiosos bienes y servicios ambientales:
Fuente de alimento: como peces, moluscos, crustáceos, sal y miel, entre otros productos.
Provisión de combustibles y maderas: leña y carbón para la cocción de alimentos, madera para la construcción y reparación de viviendas, así como para las embarcaciones, artes de pesca y otras estructuras, y fibras naturales.
Bioquímicos: producen taninos para curtir pieles, así como hojas, flores, frutos y cortezas empleadas como infusiones para aliviar algunas afecciones.
Ciclo de nutrientes: actúan en procesos de provisión, almacenamiento y reciclaje de nutrientes.
Formación de suelos: propician la retención de sedimentos y la acumulación de materia orgánica, lo que favorece la consolidación de nuevas tierras.
Hábitat: son refugio de un sinnúmero de especies de fauna y flora, en parte o la totalidad de su ciclo de vida.
Depuración: pueden retener, recuperar y eliminar excesos de nutrientes y de elementos contaminantes que se encuentran en el agua.
Regulación de la erosión: propician la retención del suelo y sedimentos. Por su ubicación, reducen el efecto del oleaje sobre las líneas de las costas e islas, formando una barrera ante la fuerza de las olas.
Regulación de fenómenos naturales como las inundaciones, y proveen protección ante tormentas y huracanes.
Son áreas de invaluable belleza paisajística en playas, caños y bosques para el turismo de naturaleza. Además, se prestan como sitios para la educación formal e informal, por su variedad de procesos e interacciones ecológicas. También son canales de transporte y comunicación por su red canales, caños y ciénagas.
Regulan la temperatura, el clima y la precipitación de lluvias.