La segunda novela del escritor colombiano Juan Martín Fierro es una aventura a pie por los paisajes de la Sierra Nevada de Santa Marta, conocida como el “Corazón del Mundo”, en la que los personajes están conectados entre sí por la acción física de caminar, bien sea en procura de su destino o de encontrarse a sí mismos en la espesura de la montaña.
“Empecé a caminar por la Sierra Nevada de Santa Marta casi por casualidad, pero esa experiencia cambió mi vida de una forma radical. Siempre fui un animal de ciudad, cero caminatas, cero senderismo y esas cosas. Pero cuando caminé por primera vez en la Sierra, sentí que conectaba con algo muy profundo, no solo afuera sino dentro de mí. Supe de inmediato que debía contar una historia”, dice el autor.
Le puede interesar: Antología de las artes vivas en Colombia a través de Mapa Teatro
La novela cuenta el viaje de Marysa Janssen, una holandesa que regresa después de muchos años a Palomino (La Guajira) a enterrar las cenizas de su padre, Mafred Janssen, un hippie que se enamoró de la Sierra pero que tuvo que salir de allí tras ser amenazado de muerte por un temible líder paramilitar. Antes de morir en Holanda, Janssen le pide a su hija que cumpla su último deseo: ser enterrado junto a un río sagrado de la Sierra y sembrar un árbol de ceiba a su memoria. Para cumplir esa promesa, Marysa acude a Jacinto Daza, un campesino que le servirá de guía en la aventura que les espera. Juntos, caminarán montaña arriba en medio de las tensiones que se viven en la zona por cuenta del conflicto armado; pero envueltos a su vez en sus propios conflictos internos que se irán desmadejando en una caminata hacia lo más profundo de la Sierra.
“Todos los personajes de la novela son caminantes y lo son por razones distintas. Pero eso no les impide tejer lazos de amistad, ni compartir en el silencio del camino el gozo de no necesitar demasiado para disfrutar la plenitud de la naturaleza. En la Sierra aprendí que caminar es una forma de meditar y que alrededor de una acción física tan elemental se entretejen la subsistencia y la vida cultural y espiritual de sus habitantes”, concluye Fierro.