“La triste vida de Joaquín Florido” llega a la sala del Teatro Colón con dos únicas funciones: el viernes 25 y el sábado 26 de noviembre.
La obra inicia con Joaquín Florido, un profesor universitario a quien la vida se le convierte en una tragedia el día en que cortan el agua de su casa. Este acontecimiento precipita una serie de eventos desafortunados, excusa para que María Adelaida Palacio, a través de seis personajes y en 24 episodios, plantee a los espectadores una historia dolorosa e incómoda, un reflejo ácido y tragicómico, pero muy cercano al sentir de todos.
Con la dirección y dramaturgia de María Adelaida Palacio, la obra de Regia Colectivo fue producida por Juana del Mar Gómez, cuenta con las actuaciones de Felipe Botero, Isabel Gaona, Juliana Herrera, Andrés Estrada, Vladimir Giraldo y Julián Peña, en alianza con popUpArt.
El relato lleva al público por versiones distintas de un mismo hombre, Joaquín, construyendo el rompecabezas de este personaje, al parecer ordinario, pero que no es más que un hombre agotado por el sistema al que pertenece.
“La triste vida de Joaquín Florido” recibió el Premio de dramaturgia Teatro en Estudio de Idartes (2019) y las becas de Creación Teatral Nóveles Directores y Creación Teatral del Ministerio de Cultura (2020).
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Su origen
¿Por qué es importante mencionar las convocatorias? “La triste vida de Joaquín Florido” es un proyecto que nació durante la pandemia, con teatros cerrados y muchas ganas de exploración. Su formulación significó también el origen de Regia, colectivo en el que convergen Juana del Mar Gómez y María Adelaida Palacio. Esta última cuenta que “de la imposibilidad de presentar la obra en teatros, hicimos un formato llamado ‘desmontaje’ en el que un actor improvisaba la obra solo con el apoyo de un músico. Esta exploración hizo que la obra se fuera transformando en monólogo, biodrama, en un espacio documental en el que aparece una nueva dramaturgia, la del actor (Felipe Botero), que se teje y sigue dando lugar a la experimentación”.
El hecho de crear en colectivo también genera diversos lugares de participación y abre las puertas para la itinerancia de artistas, posibilitando nuevos diálogos y formatos, y todo esto ha permeado las nuevas funciones de esta historia protagonizada por un hombre fiel a sus principios hasta las últimas consecuencias.
Joaquín, tras el episodio desencadenante, se enfrenta a situaciones que no puede controlar y los personajes que lo rodean se plantean una serie de fantasías acerca de Florido, sobre su vida personal y familiar, recuerdos de la infancia, conjeturas acerca de su desempeño laboral y rumores sobre su estabilidad mental.
Es así como el relato lleva al público por versiones distintas de un mismo hombre, construyendo el rompecabezas de este personaje, al parecer vulgar, ordinario, pero que no es más que un hombre agotado por el sistema al que pertenece y quien ha resuelto tomarlo con ambas manos y actuar según se lo dicte su conciencia.
La pieza inicia con escenas cotidianas, sobre el trabajo, las cuentas por pagar, el tráfico, los hijos, la familia y las filas en los bancos. Pero la historia de Florido se transforma para convertirse en la historia de todos, de los comunes, de los corrientes, de los de a pie, de quienes transitan diariamente por las calles de esta ciudad.