ALBERTO ABELLO | El Nuevo Siglo
Lunes, 21 de Mayo de 2012

Política al garete

 

Contrasta el esfuerzo por dar la imagen de un país en paz o hasta de paraíso sexual en Cartagena, como lo hizo una agencia de turismo en los Estados Unidos, con  los alcances realistas por consagrar el orden. Así el Gobierno y la sociedad tiendan a soñar con un país idílico y sin violencia. Siendo que los hechos muestran una democracia formal que opera en medio de la crudelísima y ominosa guerra interna. Tal dicotomía dinamiza  la política y la  opinión pública de polo a polo, estremece la nave colombiana al garete de cambiantes circunstancias.

La prueba de semejante desviación mental se percibe al observar cómo la opinión pública oscila  entre la voluntad de derrotar militarmente a las Farc, mientras que,  el mismo día del brutal atentado contra Fernando Londoño Hoyos, que de milagro sobrevive la explosión y se restablece en casa de  sus heridas, se vota mayoritariamente  en el Congreso la denominada Ley marco para la paz. Ley que  tramita  el Congreso antes de un verdadero proceso de paz, que desconoce la realidad nacional, que desmoraliza a las Fuerzas Armadas, que pone los muertos y los heridos en combate o que caen víctimas del terrorismo cuando  los atacan por la espalda y a mansalva. Durante la votación en  el ánimo  y rostro crispado de algunos congresistas traslucía el temor a las bombas de las Farc.  La bancada conservadora debió protestar por el atentado contra Londoño con mayor energía, dejar una razonada y enérgica constancia, para  salir del recinto del Congreso; después vería cómo votaba el mal llamado marco de paz...

El pacifismo no  debe confundirse con la claudicación moral. Las grandes mayorías han votado  varias veces por la paz, unas veces por la paz negociada con Andrés Pastrana, cuyo noble proyecto  lo frustran los halcones de las Farc. Por Álvaro Uribe se vota por dos mandatos presidenciales para  derrotar militarmente a la subversión; por Juan Manuel Santos se vota para que siga  su misión como ministro de Defensa  y  finiquite  la guerra contra los terroristas. Es verdad, también, que las Farc, por mediación de Piedad Córdoba, han liberado a varios  secuestrados  por  más de un cuarto de siglo cautivos, mientras secuestran y eliminan  a otros. Una Ley marco  debería estar precedida por inequívocas muestras de paz y respeto a los derechos humanos, el cese el  fuego y los atentados terroristas,  avalada por el pueblo en un Referéndum, que debería  incluir  en su momento  todos los actores de la violencia. La paz no se alcanza aprobando anticipadamente sobre una bomba de tiempo leyes post conflicto.

Es delirante consagrar  la impunidad de los criminales. Defenestrar las Fuerzas Armadas en  plena guerra y, sin  la coraza de una  justicia militar competente, nos conduciría de manera inevitable  al suicidio e inmolación de la República. No caigamos en la trampa de permitir  que a cada atentado se promulgue otro perdón y los violentos reciban un pasaporte para  hacer política... Así ahogaríamos fatalmente la democracia y la Nación en sangre, para  convertirnos en un gallinero y oficializar la paz de los sepulcros.