ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Viernes, 9 de Septiembre de 2011

¿Firmeza, severidad vs. amabilidad?


“Empleados ásperos con quien se acerca a obtener servicios”   


LAS  relaciones del ciudadano común y corriente para cumplir con sus deberes y obligaciones para las cuales debe mantener  contactos con el gobierno,  no parecen ser las más cordiales, no por acción del ciudadano, sino del aparato que representa al gobierno, comenzando por quienes lo representan y por las disposiciones legales y reglamentarias de los empleados públicos que en ellas se escudan para ser ásperos con quien ser acerca a obtener los servicios a los cuales tiene derecho.


Para ser objetivo y justo hay que reconocer que parece que existe una cierta conciencia por limar y morigerar la mala disposición de algún sector de los empleados por ser amables, conscientes y comprensivos. Es evidente, por ejemplo, en las dependencias de la DIAN, en cuyos despachos le sacan al ciudadano el dinero de los impuestos con amabilidad. También la policía de tránsito en Bogotá le impone al ciudadano los comparendos sin que tenga éste discusión alguna; por lo general corresponden a infracciones a las normas del tránsito evidentes ante las cuales el ciudadano no tiene cosa alguna qué decir, sino aceptar la falta y proceder lo más rápido posible a redimirla pagando. No suele ser lo mismo cuando se tiene la desventura de cometer la infracción o la supuesta infracción por fuera de la capital. En esos casos se cae en las garras, así hay que decirlo, de unos agentes apostados en las carreteras, asoleados, enfriados que descargan sus desventuras en el presunto infractor en forma amenazante. No les vendría mal  a ellos para beneficio del público con el cual deben tratar, unas instrucciones y cursos por medio de los cuales se les hiciera saber que la firmeza y la severidad en hacer cumplir las normas, no son contrarias a las buenas maneras;  al tratar en forma cordial a las personas al final se sienten bien y al que es objeto de su rigor no se le agrega a la culpa de la  presunta contravención con el respectivo comparendo, el desagrado por el maltrato por el representante de la autoridad en ese momento. Pero ahí no para el asunto. Al tratar el infractor de redimir su falta con el pago de la sanción del comparendo no hay que hacer sino diez veces una cola para poder pagar la deuda con la sociedad que se le ha impuesto, no en frente a funcionarios que se distinguen por su amabilidad. Bien, pero estamos en nuestro país que queremos con “alma vida y sombrero” como se decía antes y así son nuestros compatriotas a quienes también queremos en igual forma.


Ya hemos comprado paraguas, zapatones, gabardina y ropa para la temporada de lluvias que se avecina, atendiendo las instrucciones del Ministro de Transporte para soportar el próximo invierno. El pájaro tirándoles a las escopetas.