Perspectiva incierta
El año anterior, a pesar de la turbulencia en la Eurozona y la débil recuperación de la economía estadounidense las exportaciones colombianas no se vieron mayormente afectadas, gracias al desacoplamiento de las economías emergentes, las cuales mantuvieron un alto ritmo de crecimiento. Pero, China, que se ha convertido en la principal locomotora de la economía global, aunque ha venido creciendo a buen ritmo, este ha empezado a mostrar signos de ralentización. Es así cómo después de crecer 9.8% en el IV trimestre de 2010, en el curso del 2011 la tendencia fue de un menor crecimiento, pasando de 9.7% a 9.5%, luego a 9.1% y al cierre del último trimestre fue de 8.9%.
Ya se empieza a hablar por los entendidos en el tema de la burbuja china y de la posibilidad que de un momento a otro se reviente. George Friedman, experto en el campo de la inteligencia estratégica, coincidió con el profesor Jean Paul Rodrigue, de la Hofstra University, en sendas conferencias en el marco del Big Leap 2014 en Cartagena auspiciado por el Ministerio de Transporte, en dicho diagnóstico. Razón suficiente para estar alertas con respecto a lo que suceda en el gigante asiático.
Este hecho sumado a la recesión que se ve venir en Europa y a la lenta recuperación de la economía estadounidense, ya han empezado a impactar las exportaciones colombianas tanto en volumen como en valor. Otro aspecto que ha comenzado a golpearlas fuertemente es el que hace relación con la fuerte tendencia revaluacionista con la que ha empezado el nuevo año, despues de que en los últimos cuatro meses del 2011 se mantuvo la TRM por encima de los $ 1.900, la cual pone en aprietos especialmente a las exportaciones no tradicionales.
Así las cosas, como lo advierte el editorial del rotativo El Tiempo, “no se puede caer en la complacencia, sino que hay que redoblar esfuerzos con el fin de romper los inmensos cuellos de botella que limitan la competitividad y nos impiden aprovechar los vientos que soplan con la globalización”. Por ello, nos parece muy sensato el consejo de Andrew Burns: “Los países en desarrollo deberían esperar que ocurra lo mejor y prepararse para lo peor”. ¡Este es el quid del asunto!