Más allá de la buena intención, el populismo, la improvisación y la falsa superioridad moral que siempre priman en las ideas o argumentos progresistas, casi siempre podemos desmentirlas haciendo, como sugiere Thomas Sowell, tres simples preguntas: ¿Comparado con qué? ¿A qué costo? y ¿Qué evidencia contundente se tiene?
Sinceramente, creo que buena parte sino la mayoría de la perorata que ha esbozado el gobierno Petro se caería si hiciéramos cuidadosamente el ejercicio que propone Sowell. No creo que ni la reforma a la salud, la prohibición de las plataformas digitales de transporte, la desastrosa política con respecto a hidrocarburos, la propuesta para reformar el régimen laboral, la idea de que las carreteras son una herramienta exclusiva para que los ricos transporten sus productos, la política de Paz Total, la reforma pensional, el Ministerio de Igualdad, la intervención abrupta de la Creg y demás irresponsabilidades sin sustento sobrevivan.
Entre esas propuestas, ideas, argumentaciones y, válgame dios, algunas que se consideran ya como políticas de Estado, entra el recién anunciado programa de Basura Cero que, por orden presidencial, deberá aplicarse en todo el territorio nacional.
Para quienes no se acuerdan o relacionan dicho programa, es el mismo que el entonces alcalde Petro intentó implementar durante su administración de Bogotá y resultó siendo un estruendoso fracaso que llevó a la ciudad a estar inundada de basura por varios días.
El error no estuvo en el objetivo bien intencionado del programa, donde buscaba mejorar las prácticas y condiciones de reciclaje y dar un mejor manejo a los residuos de la capital. En mi opinión, muchas propuestas progresistas como está no fallan ahí, sino en la incapacidad de entender la realidad de manera objetiva, los costos que implicaría su implementación, la falta de rigurosidad que lleva a errores garrafales e ignorar la progresividad necesaria en la transición de modelos en funcionamiento, como en este caso, gracias a un afán ideologizado.
Recordemos que para poder presionar la implementación de este programa, Petro utilizó una equivocada y falsa retórica, donde acusaba a los operadores privados de recolección de basura de ser unas mafias malvadas que desangraban el erario de los bogotanos y, por ende, según él, se debía tomar acción inmediata
Esto condujo a la irresponsable improvisación en la implantación de la política comenzando con la comprar camiones de basura para el distrito, una estatización a la brava que resultó en la compra de unos vehículos usados y en mal estado sin tener inclusive la infraestructura para operarlos, causando un detrimento patrimonial de 17 mil millones de pesos.
Ahí fue cuando el Acueducto, que gozaba de buenas finanzas, tuvo que responsabilizarse del apresurado e improvisado programa, ocasionando que la entidad al cierre de la alcaldía Humana registrara pérdidas por 32 mil millones de pesos.
Ñapa: A parte de analizar el fracaso ya documentado del programa en Bogotá, vale la pena hacer un análisis de las implicaciones que tendría su implementación nacional y sus más que evidentes riesgos.