En críticas recurrentes a la política del gobierno sale a relucir la baja ambición por el crecimiento económico, el nulo interés de construir sobre lo construido, y el desinterés y descalificación al papel del sector productivo en su aporte a los propósitos de desarrollo y crecimiento.
Basta ver la forma como la reforma a la salud virtualmente desaparece a las EPS a pesar de su papel protagónico en gestión de riesgo financiero, la minimización del rol de las AFP con el nuevo modelo pensional cuando han sido protagonistas de la inversión y crédito de largo plazo, o el olvido de las instituciones de educación privadas en el nuevo modelo de la ley 30. Algo similar podría decirse del tibio papel que se asigna al sector privado en el Plan de Desarrollo, para no hablar de políticas nuevas como la laboral que afectarán a los sectores empresariales, especialmente micro y pequeños.
Crítica similar se podría decir del débil interés por crecer más. No solo asociado a la “teoría del decrecimiento” sino a estimaciones de 3,6% o menos en planes de desarrollo y marco fiscal sin lograr lo que necesitamos para construir equidad y generar empleo. Y si queremos un ejemplo triste de “destruir lo construido” basta leer la reforma a la salud que desconoce el avance de uno de los sectores más alabados por resultados a nivel internacional en cobertura y calidad.
Por eso es de celebrar políticas del actual gobierno que logran y señalan rutas distintas. Un caso para destacar lo encuentro en la batería de tres nuevos instrumentos de política de Mincomercio. Me refiero a sus políticas de comercio exterior, de reindustrialización y la de turismo.
Las nuevas políticas de Mincomercio, con todo y los ajustes siempre necesarios, hacen apuestas por crecer más, por atraer más inversión, por fortalecer el multilateralismo, por ser equilibradas y responsables con la transición energética, por enviar mensajes de tranquilidad y certidumbre y por construir de la mano del sector empresarial. Son buenas porque hablan de productividad basado en lo que han hecho gobiernos anteriores desde 2016, rescatan instrumentos como fábricas de internacionalización y productividad y programas de la misión de internacionalización, construyen en acciones de simplificación regulatoria, aplican leyes del 2020 como la de turismo sostenible y de emprendimiento.
Pero son mejores cuando a partir de lo existente inyectan valores agregados. El enfoque territorial y comunitario al sistema de competitividad, el fortalecimiento del financiamiento con microcrédito, el escalar programas de extensionismo tecnológico e inyectarles instrumentos de sostenibilidad ambiental, el avanzar en estrategias regionales para llegar a nuevos mercados del sur global y otros en Asia, entre otros temas.
En síntesis, son políticas que entienden que ideologizar y llenar de activismo la política es perder oportunidades. A la manera de Deng Xiaoping comprenden que “no importa si el gato es blanco o negro desde que cace ratones”, clave del milagro económico chino.
Bien ministro Umaña por esa dosis de pragmatismo y sólo una recomendación. Ahora que arrancó una legislatura crítica, contagie a varios de sus colegas de su forma de construir política, por el bien de las reformas, por el bien del país y porque así el cambio podría ser exitoso.
*Rector Universidad EIA
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