Hace mucho tiempo he observado que el Cementerio Central de la capital se viene deteriorando día por día y es una pena porque es una joya arquitectónica de la ciudad, que reúne la memoria no sólo de Bogotá sino del país en general. Históricamente estos lugares en el mundo son un referente de cultura, la gran mayoría de ciudades exhiben campos santos con atractivos de diferente índole, jardines bien mantenidos, mausoleos que atraen al visitante por su aspecto, cuidado, mantenimiento y mensaje subliminal; los hay con parques o zonas de solaz, meditación y ensimismamiento, que invitan a dar vuelo a la imaginación, son lugares que se guardan con sigilo, cuidado y recogimiento, convertidos en referente de importancia para la ciudad y su administración. Los cementerios son significativos, tanto así que se han convertido en atractivo turísticos para propios y extraños.
Si vistamos nuestro cementerio deteniéndonos en cada sección, podemos percibir un cúmulo de arte propio del medio, pero representativo de una vasta cultura, bóvedas confeccionadas en fino mármol, lápidas detalladas con arte y curiosidad para verter todo el amor y reconocimiento de sus descendientes; los restos de la mayoría de los expresidentes descansan en este lugar y son variadas las familias propietarias de panteones donde han sepultado sus deudos, motivo para cuidar y embellecer cada bloque como homenaje y respeto a los seres queridos. Todo lo anterior hace parte de la nostalgia y el recuerdo, porque hoy ese rincón de piedad y tranquilidad es una crueldad de abandono e inseguridad. Las vías, así sean peatonales, están totalmente destruidas; la mayoría de tumbas gritan por el desamparo, la seguridad en casi nula, no se ve por ningún lado vigilantes que refuercen el lugar. En una palabra, da miedo recorrer los diferentes sectores que componen el mencionado cementerio, el desaseo es sorprendente, muchas tumbas dejan ver rastros de vandalismo y la indolencia hace presencia a todas horas.
Valdría la pena que la administración del cementerio se apersonara del estado crítico en que se halla el lugar y buscara recursos para restaurar por lo menos el entono, conminando los dolientes a mantener en óptimas condiciones todos sus mausoleos y bóvedas. En cuanto a lugares comunales es grotesco que no se tengan en buenas condiciones, además hace falta un parqueadero en el entorno ya que por su antigüedad es lógico que el cementerio no tenga ese recurso, pero se pueden habilitar un servicio de parqueo cercano
Para más tristezas se especula que en la zona occidental del Cementerio Central, la administración distrital quiere construir un parque para recreo de los adolescentes del eje de la capital. Conclusión: los niños de centro de la ciudad, podrán divertirse y jugar sobre los restos de los difuntos bogotanos ¡Qué horror!