Recientemente, el 16 de enero, feneció el doctor Carlos Jiménez Gómez, personaje nacido en el municipio Carmen de Viboral, el 11 de septiembre de 1930, fallecimiento que demanda duelo histórico en este país, habida cuenta de las virtudes y calidades intelectuales del ilustre maestro, autor literario de obras solemnes de variados estilos: poemas, libretos teatrales, obras históricas, jurídicas, políticas, en síntesis, autor polifacético; profesor universitario en facultades de derecho, contándose con un alumno de calidades supremas: Carlos Gaviria Díaz, quien en homenaje que le hizo la Universidad de Medellín a este Procurador General de la Nación, valoró los méritos del maestro y funcionario ejemplar. “Todo ese estremecimiento que Carlos Jiménez produjo en el país, se debió al hecho simple, a la razón elemental, de que tomó en serio sus funciones de procurador”. Orgulloso no vanidoso.
La motivación de esta nota es sencilla. En 1963 ingrese a trabajar en el servicio de las inspecciones de policía de Bogotá, gracias a la designación que me hizo el alcalde Jorge Gaitán Cortés, oficio que ejercí hasta 1974, época en la que el Personero de Bogotá Néstor Madrid Malo, natural de Carmen de Bolívar, 1918, habida cuenta de mi experiencia como profesor de Derecho de Policía, me designó Personero Delegado en esa gestión distrital y luego de haber sido elegido Personero titular del Distrito Especial, en 1982, el Procurador General Carlos Jiménez Gómez me nombró Procurador Delegado del Ministerio Público, 1984. A estos cargos llegué sin intrigas y agradezco eternamente a los nominadores por su cooperación oficial.
El doctor Jiménez compartió la tarea que venía cumpliendo con respecto a las personerías del país, participación que dio lugar a que se vincularan esas entidades del Ministerio Público en plenitud a la Procuraduría, pero, además, respaldo la exigencia a los fiscales de que cumplieran a cabalidad con las obligaciones que les imponía el código de procedimiento penal, en tal grado que de ahí en adelante se fue consolidando un procedimiento acusatorio. También empleó la escogencia de los fiscales valorando sus calidades emocionales e intelectuales, antes que admitiendo las recomendaciones políticas. Esta práctica dio origen a la organización de la carrera judicial, reglamentación producto de la práctica que con el apoyo del doctor Jiménez lleve a cabo en el proceso de selección de los candidatos a las fiscalías del Estado. Era esta práctica resultado de la ideología honesta del titular del Ministerio Público.
Además, cuando aconteció la toma del Palacio de Justicia, episodio del cual fui testigo, informé a mi jefe todo lo que constaté con mi presencia en el escenario, pretendiendo la protección al consejero de Estado Julio Cesar Uribe Acosta. Mi versión a él le sirvió para pronunciarse con carácter y absoluta competencia funcional ante el presidente Belisario Betancur, quien lo había incorporado en la terna de elección, sin suponer que este ilustres y ejemplar personaje libre y honesto sería elegido por la Cámara sin tropiezos. Su ejercicio es un ejemplo inigualable, fuente de justicia.