Energía y desarrollo
La energía eléctrica para la Costa Atlántica es suministrada por las plantas térmicas a base de gas o carbón, de la generación hidroeléctrica de Urrá I, y de los aportes que vienen del interior del país, a través de las líneas de interconexión nacional.
A pesar del esfuerzo local de lograr la autosuficiencia energética y, con la ventaja geográfica de disponer de todos los recursos necesarios importantes para la generación de energía (gas, carbón, ríos) todavía, ante la más leve contingencia, quedamos de nuevo sumidos en los racionamientos por la fragilidad del sistema de transmisión nacional, de los sistemas regionales de distribución y por la negligencia de los mandos medios, responsables de la planeación y control del desarrollo regional.
La contingencia actual pone de presente nuestras debilidades en generación y a los costeños nos obliga a insistir en la ampliación del Proyecto Hidroeléctrico del Alto Sinú, Urrá II, tal como se concibió inicialmente en 1982: generación de 1.200.000 Kvs, con embalses de 30 mil millones de metros cúbicos, que lo convertiría, en ese entonces, en la principal reserva energética del sistema interconectado nacional. Al lado de su importancia energética estaba también la plena aplicación del modelo integral del desarrollo costeño. Por ejemplo, se regulaban los caudales del río Sinú, recuperándose más de 300 mil hectáreas.
Con esta óptica el ministro Hernán Martínez (2008) pretendió revivir el proyecto y con el equipo de Urrá S.A. aceptó reducir la ampliación a 440.000 Kvs. Nada de eso fue suficiente. El Ministerio de Ambiente en Nov./08 alegó la inviabilidad jurídica, desconociendo las normas que, desde 1977, habían determinado la exclusión de las áreas del proyecto de toda reglamentación. Es decir, “lo sustraible ya había sido sustraído por Inderena”. Se ha recurrido al Consejo de Estado y se espera su decisión. Sin embargo, sí se concedió licencia para Pescadero-Ituango, en Antioquia, que según el Plan de Expansión Eléctrica (82-84) entraría 8 años después de Urrá (1991). Muy rápidamente se aprobó, también, la de Quimbo, en el Huila.
El exministro Segovia daba cuenta de la pretensión antioqueña de que la nación financie las Autopistas de la Montaña que, según los entendidos, costarían 15 billones. Lo consigno, no para criticarlos, sino para decirles a los nuestros, dirigentes, gobernantes y gobernados, que tomen ejemplo y se apresten a construir el futuro que merece el Caribe colombiano.
El Plan Nacional de Desarrollo hace énfasis en el desarrollo regional y es el marco adecuado para que la dirigencia del Caribe asuma esa impostergable tarea. Los Fondos de Desarrollo y de Compensación Regional tendrán eficacia en la medida de los proyectos que se les presenten. Es hora de atreverse con osadía académica y política a plantear grandes soluciones: Urrá II; Tren de carga de alta velocidad, es decir, un solo gran puerto en el Atlántico; Proyecto Mojana… entre otros.