“Para narcos nacionales fue más lucrativo comercializar con los manitos”
Sin la intención de hacer un recuento histórico del narcotráfico en Colombia, pero para hablar un poco de los carteles mexicanos, debo remontarme a los inicios del problema. Cuando el narcotráfico se fue desarrollando en el país, con la marihuana en un principio y la cocaína más tarde, los grupos delictivos dedicados a esta actividad se fueron organizando, algunos pasaron raudos y fugaces, especialmente ciertos dedicados al transporte y comercio de marihuana, otros más hábiles mutaron en su momento a la cocaína y cubrieron las diferentes etapas, desde el cultivo hasta la comercialización, en aquellas épocas al surgir los carteles con grandes capos que direccionaban y administraba toda la cadena, era imposible incursionar en el negocio sin la autorización de los patrones, el resto de la historia es conocida por el país.
Caídos los descomunales y desarticuladas las organizaciones, aparecieron grupos más pequeños, menos ostentosos, muy cautelosos y con un nivel intelectual mejor consolidado, por lo que concibieron el negocio con otros enfoques, pues desapareciendo las organizaciones capaces de suministrar grandes cantidades de drogas, especialmente a grupos mexicanos, debían atender la demanda sin pausa pero a menor escala, situación preocupante para los mexicanos, quienes también se atomizaron, ante la urgencia de cubrir el requerimiento alcanzado en las épocas de los amplios cargamentos y cumplir compromisos adquiridos, escenario que obligo su desplazamiento a nuestro país con el fin contactar proveedores para cumplir sus necesidades comerciales.
Como vemos, hoy por hoy, los carteles mexicanos se han convertido en los principales clientes de la cocaína producida en el país, motivo por el cual mundialmente se piensa que organizaciones del país azteca se apoderaron del negocio, desplazando los pequeños carteles colombianos, sustentando su dicho en la presencia que se percibe de representantes de ese país, en toda la cadena del proceso desde los lugares de cultivo, sitios de procesamiento o cocinas para base y aun laboratorios, envío de la mercancía hasta su entrega a transportadores encargados de llevar la droga a países consumidores, todo lo anterior con el fin de verificar la calidad del producto, su pureza y cantidad, evitando diferencia en las negociaciones y centrando las responsabilidades de acuerdo al estadio en que se produzcan operativos de las fuerzas públicas, o percances en la transferencia y entrega.
Las consideraciones anteriores sometidas a debate y análisis nos llevan a pensar que los narcos nacionales encontraron más lucrativo comercializar la droga con los manitos, que negociar con Centroamérica, pues aquellos trafican con los Estados Unidos, y los connacionales evitan así problemas con el Tío Sam, dirigiendo sus esfuerzos hacia Europa, donde las ganancias son superiores y las rutas menos trajinadas. Pero de todas formas no podemos olvidar el peligro que nos pueden traer los carteles mexicanos y urge un control permanente.