Tanto Colombia como Marruecos son países estratégicamente sembrados en esquinas geográficas continentales. Esto les da extraordinaria importancia política, económica, cultural y social. Desde hace 40 años existe la Embajada de Marruecos en nuestro país, fortaleciéndonos, motivándonos y sacándose de ese ensimismamiento en que vivimos. En esta época de la globalización, de las dinámicas relaciones multinacionales, no comunicarse, no interrelacionarse, no proyectarse en lo comercial, en lo financiero, en lo turístico y entre tantos temas vitales es morir.
Ahí tenemos el caso de Marruecos. Si Dios hizo el mundo, la población de Marruecos se ha hecho a golpes de porfía, de tenacidad y de indomable espíritu de superación. Los árabes, durante 8 siglos, influyeron poderosamente a España y al mundo. Nada más semejante a un marroquí que un latinoamericano. El ciudadano de Marruecos es emprendedor y en la entraña del pueblo germinó el espíritu colectivo y nacionalista. Allá en ese gran país se practica la auténtica democracia. Cada persona se somete a este pensamiento. “Doy para que des, hago para que hagas y todos para todos”. El rico comparte su mesa con el pobre, el patrón con el asalariado, el sabio con el ignorante. Los árabes no saben lo que es la lucha o el odio de clases o los feroces enfrentamientos políticos o sociales.
La gente del común es creativa. Los artesanos y los orfebres hacen prodigios. Jamás se ve la arrogancia despreciativa. Sus trabajadores rudos y sencillos se mantienen ocupados en sus empeños y tareas y viven suficientemente satisfechos con lo que les depara la vida. Cifran su orgullo en haberse hecho solos, empezando desde abajo.
Quizás por la fama de que Bogotá es la “Atenas” de Suramérica, hemos contado con embajadores de altísima cultura y de una actividad sorprendente. Ahora mismo la jefe de misión es la prestigiosa humanista, poliglota -habla 8 idiomas- y dueña de una sólida cultura llamada Farida Loudaya. Su elegancia, señorío y vocación por el servicio público es ejemplar.
Como funcionaria es generosa. Hace poco el Congreso de la Republica la condecoro con la Orden de la Democracia. Dada su formación humanística y su dinamismo se ha interesado vivamente por lo cultural, sin descuidar desde luego lo comercial y económico. La mujer diplomática, con conocimiento históricos y políticos como la profesora Farida impresiona hondamente. Esta dama se ha preocupado por los temas colombianistas y vive muy bien informada de la actividad nacional en todas las áreas. Su afán por darle robustez a los lazos colombo- marroquíes deben ser exaltados.
En este momento, de tanto fragor y agitación el jefe de misión tiene que trabajar con fervor e intensidad para beneficio de los dos países que involucra el cargo de embajador.
Es mucho lo que América Latina y Colombia debe a la raza árabe. En lo idiomático 5.000 palabras son de esta raza. En lo científico en nuestra patria los árabes nos han dado fama. El 20% del parlamento es de origen árabe. Los 8 departamentos caribes son en un 25% árabe.