No podemos desconocer que para el gobierno de los Estados Unidos y la DEA, en especial, Colombia es una amenaza constante ante la permanente producción, envió y comercialización de cocaína a su territorio. S preocupación se potenció en los últimos años porque afirman que el número de muertes causadas por sobredosis de este narcótico han aumentado. Seguramente encontraron un pretexto o caldo de cultivo en el incremento de hectáreas sembradas con esta mata en nuestro territorio, para afirmar o exteriorizar su desasosiego a futuro por el crecimiento de consumo en Estados Unidos.
Los esfuerzos del gobierno colombiano son palpables y el incremento de sembrados se combate diariamente; son variadas las estrategias desarrolladas por las autoridades y las instituciones. Podemos señalar la fumigación manual, sustitución de cultivos ilícitos y la misma erradicación voluntaria, convertidas en alternativas valederas, pero de largo aliento no se puede pretender que de la noche a la mañana desaparezcan grandes plantíos de coca; el mismo gobierno norteamericano sabe lo dispendioso y gravoso que es este trabajo, donde la fuerza pública con todos sus componentes se ha comprometido, no obstante los fatales resultado a lo largo de muchos años, porque la cuota de sacrificio ha sido excesiva.
Tampoco es desconocido para el gobierno que durante las negociaciones con las Farc, a juicio de varios sectores, se incrementaron los cultivos con la meta puesta de la población campesina en recibir incentivos o en el espejismo de recoger grandes ganancias al momento de sustituir o erradicar voluntariamente, estrategias tendenciosas que juegan en contra del futuro patrio. Otro ingrediente que sirve de protesta se presenta ante la prohibición de fumigar por vía aérea estas grandes extensiones, sin embargo todas las alternativas en la lucha se han desarrollado, a tal punto, que hoy las autoridades dan parte de resultados halagüeños.
Otro aspecto que tienen en cuenta los hombres de la DEA es el cambio permanente de estrategias utilizadas por los narcotraficantes, pues a más de las conocida mulas y bombardeos de droga cercanos a las costas, han encontrado caletas en el fondo del mar, lo que dificulta el control y decomiso.
Todo lo anterior es válido y la preocupación de los Estados Unidos respetable, pero la verdad es que estamos ante una problemática de interés internacional y Colombia no es renuente ni extraña a la dimensión, tanto así que el esfuerzo es de varios años, con excelentes resultados, decomisos, capturas, extradiciones e identificación de organizaciones. Por lo tanto, nuestros amigos y socios en esta guerra no pueden ni deben ubicarse al lado de la crítica y la elucubración, sino retomar el sitio de aliados; muchas son las historias de éxitos conjuntos, muchos los testimonios de unión y esfuerzos, que hoy obligan a impulsar las voluntades de pueblos y gobiernos.