Todo dictador sabe que no hay mejor estrategia para imponer la unidad nacional y distraer a la galería que un “buen” conflicto internacional.
Maduro no está buscando una guerra con Guyana porque sabe que es insostenible e infinanciable. Además, justificaría una contundente respuesta militar del Reino Unido y EE.UU. Mejor dicho, Venezuela invade y al siguiente día tiene al Comando Sur y a los portaaviones ingleses en sus costas. ¡Apague y vámonos! Literalmente.
Lo que en realidad busca es una elaborada distracción que tape la terrible crisis alimentaria, económica y energética. Que pase a segundo plano la corrupción de Pdvsa, la violencia, la criminalidad que ha cooptado al Estado y el territorio, la inexistente salud pública, la hiperinflación, la pérdida del capital político de su propio partido, entre muchas cosas más.
Sobre todo, Maduro necesita distraer a la comunidad internacional del arresto inminente de María Corina Machado y de la erradicación de otros contradictores. Busca, como en el pasado, frenar la ya incontenible inconformidad de los ciudadanos que podría resultar en un golpe de estado al dictador.
El objetivo es ¡sobrevivir! Esto no es nuevo y está escrito en el manual marxista/dictatorial que muchos, como Petro, siguen al pie de la letra. Por eso, cabe la pregunta, ¿cuál será el Esequibo de Petro?
A cuánto tiempo estamos de que Petro se invente también un conflicto internacional. ¡Qué sé yo! Se levanta un día envalentonado en X y ordena recuperar militarmente el meridiano 82 o se le ocurre, en una de sus borracheras, revivir viejas disputas con Ecuador o el Perú o, peor aún, y la más plausible, se cansa de twittear sobre Gaza y decide enviar el batallón del “Virus de la Vida por el Universo” al medio oriente para frenar al “nazismo” israelí.
Lo que sea que se le ocurra a nuestro mandatario, bastará para tapar la financiación del narco a su campaña, el arresto de su hijo Nicolás Petro por lavado de activos, ocultar la financiación de Venezuela que aparentemente sí sucedió, la venidera crisis económica con inflación disparada y recesión terminal, los semanales escándalos de corrupción de Leyva, Sarabia, de la bancada del Pacto Histórico y de su señora esposa que ahora empodera asesores espirituales con nuestros impuestos.
Mejor dicho, y lo que falta: las oscuras negociaciones de Danilo Rueda y el petro-hermano con las guerrillas y paramilitares, la entrega de la soberanía en nuestros municipios a los guerrillos, la violencia que nos llevará de vuelta a los noventas, la crisis de la salud que ocasionará miles de muertos, el robo de las pensiones, la crisis laboral y el inicio de la dictadura cuando por fin se apodere de la Fiscalía.
Estamos viviendo un método, desarrollado por los peronistas, perpetuado por los golpistas y adoptado por los tiranos en el mundo entero. Es casi una norma técnica, diría yo de Icontec, para que Colombia pueda llegar a ostentar, tristemente, el título de Dictadura Bananera.