DARÍO MARTÍNEZ BETANCOURT* | El Nuevo Siglo
Domingo, 1 de Abril de 2012

¿Pasto, explosión social?

HACE pocos días la gente de Pasto se movilizó en forma pacífica, protestando por el alza injusta y desproporcionada del impuesto predial. Detrás de esta apoteósica demostración de inconformidad, subyace una gravísima situación económica y social, no evaluada suficientemente por ninguna autoridad y la cual puede, en cualquier momento, explotar en una peligrosa rebelión popular de impredecibles consecuencias.

En estudio del Banco de la República, publicado el pasado domingo 18 de marzo en el periódico El Tiempo, el desempleo informal de Pasto es del 78%, cuando el promedio nacional alcanza el 62%. Si a ese porcentaje le sumamos el 13.5% de desempleo según el DANE, significa que hay un 91,5% de habitantes de Pasto que no tienen ingresos estables. Con los pírricos que reciben, deben pagar salud, educación, servicios públicos, vivienda, vestido, alimentación, transporte, etc., y ahora un elevadísimo impuesto predial cuestionado por todos los estratos sociales, con re-avalúos y tarifas antitécnicas, equivocados e inequitativos. Pasto, no ha podido recuperarse de los estragos que generó la apertura económica de los años noventa y menos de la inmensa crisis ocasionada por las captadoras ilegales (pirámides).

El centralismo económico, político y cultural del país, agudiza la desigualdad en la región de Pasto y Nariño, creando en la conciencia colectiva una latente frustración e indignación. Se añora aquella época en la que buena parte de Nariño, perteneció a la República del Ecuador y se registra con envidia la separación de Panamá, cuya independencia le evitó correr el infortunio del departamento del Chocó.

¡Cómo entender, por ejemplo, que para el año 2012 en el presupuesto de la Nación sólo se le asignen a Nariño, escasos 32 mil millones de pesos para obras de infraestructura! Pero si por Pasto llueve, en el resto de la comarca nariñense no escampa. La Costa Pacífica vive en llamas y merece un capítulo separado que describa su histórico abandono, sus dolores y amarguras sociales. La violencia, el narcotráfico y el terrorismo campean en estas tierras, concomitantemente con la agudización de los problemas socio-económicos.

La dignidad y el valor demostrado por los pastusos y nariñenses en varias gestas históricas enaltecen a una raza, dueña de su propia tradición. En medio de la desesperanza, aún queda el valor para exigir y la fe no marchita en la paz y en el Estado colombiano. Los pastusos poco saben de mansedumbre, servilismo o cobardía. La historia la hicieron y escribieron de otra manera.

El presidente Santos, quien tiene un propósito democrático de justicia social, debe mirar más hacia el sur, con el fin de que no se cumpla la predicción de un expresidente fallecido, al afirmar que cuando la violencia llegue a Nariño, es porque todo está perdido.

*Exsenador de la República