De chambonada en chambonada | El Nuevo Siglo
Sábado, 10 de Junio de 2017

Lo que está sucediendo en la Colombia de estos tiempos es algo que debe preocuparnos seriamente. Son situaciones cotidianas que si no fueran tan dramáticas y hasta trágicas, serían verdadera comedia de equivocaciones. La interminable cadena de movilizaciones, paros, bloqueos, asonadas y ausencia de autoridad, en los cuatro puntos cardinales de nuestro país, viven poniendo en evidencia la carencia de gobierno y de criterios serios para manejar la cosa pública. Los enfrentamientos cotidianos entre los diferentes poderes republicanos y la falta de una brújula política,  debe llamarnos a la reflexión.

Vamos de "chambonada" en "chambonada"  y de "embarrada· en "embarrada", como lo sentencian sus propios protagonistas. El Gobierno se debate entre contradicciones y confrontaciones y actúa permanente a la defensiva en todos los sectores y a todos los niveles. No sólo aplaza los problemas sino difiere peligrosamente sus soluciones. Las crisis crecen hasta que se transforman en inmanejables. Lo sucedido en Buenaventura es insólito,  por no calificarlo de patético. Los funcionarios llegan siempre tarde y siempre se comprometen fiscalmente hasta niveles peligrosos para la viabilidad presupuestal.

Esa carrera se expande por todas la latitudes: las exigencias de un magisterio insaciable, las irresponsables solidaridades de la rama judicial, las recurrentes reclamaciones de los guardas carcelarios, las marchas indígenas y las contramarchas campesinas, parecen todos ejecutar una peligrosa sinfonía bajo la batuta interesada de los oportunistas y los anarquistas. Como si se hubieran enloquecido los guardianes del manicomio. ¿Enloquecidos o  simplemente desaparecidos?

Como telón de fondo, un proceso de paz que hace agua por todas partes. Funcionarios enfrentados y asesores despistados. Comisionado para la paz o negociadores, todos a una, enfrascados en explicar lo inexplicable, mientras la guerrilla ríe a mandíbula batiente y sufre serios reveses la tan necesaria credibilidad de la opinión pública. Con toda razón la del señor Presidente está por los suelos  en todas las encuestas que califican el devenir nacional. Entre tanto, el expresidente Uribe no desaprovecha ocasión para atacar a su antecesor,  ante propios o extraños.

Como en el relato bíblico todas las siete plagas de Egipto nos atacan y la institucionalidad está bajo fuego cruzado, en medio de una ola de corrupción que hace tabla rasa de la contratación oficial y en donde Odebrecht y Reficar son apenas tímidas muestras de como hampones de todos los pelambres vienen asaltando  las sagradas arcas del erario público. Una verdadera crisis de valores, que parece no tocar fondo, ni encontrar soluciones estructurales. Como es fácilmente verificable, cómo vamos,  vamos muy mal. Parecería que nadie quiere hacerse responsable, cuando la verdad es que todos los colombianos lo  somos por nuestra indiferencia, nuestra atonía y nuestra ausencia de compromiso con la protección de nuestros valores morales fundamentales. Mientras, como dice  Belisario "seguimos dándonos golpes de pecho, pero en el pecho de los demás".

 

Adenda

Y si por aquí llueve en los Estados Unidos no escapa. La inexperiencia de gobierno del presidente Donald Trump  está poniendo en serio peligro la supervivencia de centenarias instituciones americanas y el juego limpio que caracterizaba las relaciones partidistas.