“El caso del gran rabino de Roma es un ejemplo”
Los triunfos también afectan el cuerpo de los vencedores, la victoria cobra su peaje. Es la salud la perjudicada como le ocurre al presidente y nobel Juan Manuel Santos, al firmar el definitivo acuerdo de paz con la guerrilla de las Farc.
Cuando se fue a elegir quien luego sería al papa Juan Pablo I, este sufría grave flebitis. Su médico le desaconsejo el viaje a Roma, pero como no era un asunto optativo le recomendó evitar a toda costa impresiones fuertes. Lo eligieron papa… El cardenal de la Argentina lo había retado a mostrar su examen médico, afirmando que la salud de Albino Luciani era delicada, éste no respondió. Al morir, los cuatro médicos, alguno no creyente, certificaron deceso por flebitis. Uno de ellos dijo que si se quería calmar cualquier duda de la prensa podrían hacerle la autopsia. Como no se acostumbraba, los cardenales no la ordenaron. La KGB como ahora se ve más claro, propaló una más apetitosa versión de su asesinato que quedó en el inconsciente colectivo con la película del autor Mario Puzo sobre la mafia. Es por mucho más apasionante como tema, que un prosaico ataque de flebitis.
La iglesia respondió al ataque de la URSS eligiendo a Juan Pablo II quien junto con el presidente Reagan , ambos exactores, ayudaron a enterrar ese cadáver insepulto en el que se había convertido Rusia con decrecimientos anuales de -8% anual del PIB. Modelo que ahora sabiamente imita el chavismo en Venezuela.
En política electoral al parecer se deben devolver los ataques de inmediato. Pero en política de largo plazo, de siglos, eso no es conveniente. Los pensadores Vaticanos entienden que una acusación pública atrae la atención de quienes sienten alivio de sus culpas íntimas con el escándalo ajeno. Y rechazan, de antemano, la explicación así sea válida por cuanto les roba el chivo expiatorio y hace que la calumnia perdure y prospere más en los medios.
Si por ejemplo algunos historiadores protestantes digamos, acusan a Pio XII de antisemitismo, la iglesia presenta el testimonio de la persona más enterada de esa realidad al gran rabino de Roma Israele Zoller durante la Segunda Guerra Mundial, quien se convirtió al catolicismo adoptando agradecido el nombre de Eugenio del papa Pio XII. Recomiendo esa autobiografía de Zoller. Que la iglesia apenas menciona de pasada en la santificación del discutido papa. Sin otro afán ante un panorama de milenios está pensando en la verdad última, que escapa a la inmediatez.