Mentiras que la vejez es una “enfermedad”. Mentiras que la vejez es decadencia o aniquilamiento mental y físico. La vejez es la prolongación maravillosa de la vida, gracias a las poderosas reservas orgánicas y morales de los que han tenido una existencia equilibrada y productiva. La vejez es a donde llegan los que viven largo y si continúan viviendo disciplinadamente, seguirán disfrutando de todos los dones con que la naturaleza premia a sus preferidos. No solo la vejez, la juventud y la madurez fracasa estruendosamente si se abusa de los hábitos y de las costumbres.
Lo desmedido origina consecuencias amargas, dolorosas y tristes. En lugar de “vejez” hay que hablar de cuarta edad. La vejez es posterior a la “madurez” y anterior a la “decrepitud”.
Médicos, educadores, moralistas y expertos comentan indistintamente que la vejez es “pérdida de fuerza espiritual”, “debilitamiento del principio vital”, “endurecimiento de las arterias”, “disminución de la potencia sexual”.
La famosa gerontóloga Aslam, de Hungría, demostró que la vejez es simplemente una nueva etapa de la vida que hay que saber vivir con sabiduría y prudencia. En esta etapa se pueden gozar todos los placeres pero con espíritu selectivo, refinamiento y cautela. En la “cuarta edad” prevalece lo cerebral sobre lo emocional, lo controlado sobre lo desbordado. Mientras se viva existe la actividad y el movimiento. Siendo la inteligencia y la espiritualidad, atributos característicos del ser humano, cada persona debe tratar de mantenerlos según su circunstancia, vigorosos y productivos.
La experiencia de Colombia y el mundo son esclarecedoras de lo trascendental de la vida de valores humanos que murieron nonegenarios y centenarios, inundando el ambiente con el esplendor de sus inteligencias privilegiadas. Germán Arciniégas murió lúcido de casi 100 años.
Más que “viejos” eran “ancianos” los que reconstruyeron a Europa después del desastre de la segunda guerra mundial. Charles de Gaulle, Adenauer, De Gasperi, Churchill, impresionaron por su insólita vitalidad en la etapa final de sus impactantes existencias. Franco gobernó con toda lucidez hasta que dio su último suspiro. Lo mejor de la obra de Goethe fue elaborada al final de su inspirada actividad humanística.
En Colombia los viejos han mandado, mandan y siguen mandando. A los 80 años de edad el General Tomás Cipriano Mosquera tuvo un hijo y lo bautizó con el nombre de “Simón Bolívar”. Cuatro veces gobernó al país. Cuando agonizante le preguntó el Obispo de Popayán si perdonaba a sus enemigos, se irguió con la velocidad de un resorte y expresó: “No tengo enemigos, a todos los mande fusilar”. Baldomero Sanín Cano, intelectual de asombrosa cultura murió escribiendo libros extraordinarios. Otto Morales Benitez enriqueció la cultura con obras medulares a los 95 años.
Por esto resulta injusto los que describen al “viejo” así: “No tiene dientes, el cráneo está pelado, olvidó el amor, no tiene cabeza… Entre los viejos a uno le duele el hombro, al otro el riñón, al otro el muslo… El de allá ha perdido los ojos y envidia a los tuertos…”
Cuando el príncipe Buda huyó del palacio de su padre y recorrió la ciudad, increpó a unos jóvenes que ofendían a unos ancianos. “Insensatos” les gritó: “lo que ustedes son ahora, éllos lo fueron y la vejez que éllos padecen ahora, también la sufrirán”.