El sábado 25 de febrero, a las 10:00, en el centro religioso de la Policía Nacional le dimos el ultimo adiós al patrullero Alberto Garibello Alvarado en una ceremonia luctuosa y triste, pues la congoja familiar es infinita, pero la institución la rodeó y acompañó en todo momento entendiendo que la pérdida de una vida tan joven y prometedora como es el caso del patrullero Alvarado deja un vacío imposible de sustituir. En situaciones como éstas, la Policía Nacional sigue con estoicismo acompañando sus hijos en el postrer adiós, los mandos consternados por el acecho de la muerte que no libera la institución ni sus hombres, porque hace muchos años está aportando altas cuotas de sacrificio en defensa de la sociedad. Sigue la institución poniendo la cara a las familias, soportando estos duros momentos, sin encontrar palabras para responder la conocidas preguntas ¿Por qué? ¿Por qué a mi hijo?, dejando en el alma de los directivos esa nostalgia permanente de saber que no será el último héroe que despidan, ni el último atentado a sus filas, pues la lucha será perenne y sin descanso.
Los hechos en que perdió la vida nuestro compañero son conocidos por el país, gracias al cubrimiento pormenorizado de los medios de comunicación y las redes sociales. Supimos las dimensiones del atentado y la sevicia de los terroristas del ELN, generadores del hecho. Conocemos la corta y exitosa historia profesional del patrullero, sus antecedentes familiares y las calidades personales descritas con solvencia por sus compañeros de trabajo, pero no aceptamos bajo ningún pretexto que ataques tan aleves se sigan presentando, por no existir justificación alguna para ese proceder terrorista. En esta ocasión la institución experimentó una sorprendente solidaridad ciudadana, que al saber la muerte del patrullero, acudió al lugar de la explosión llevando flores, luces y carteles, demostrando así su adhesión al servidor público y el rechazo contra este tipo de actos. Otro tanto vivimos en las honras fúnebres con la presencia de los generales, el Alcalde Mayor de Bogotá, su Secretario de Seguridad, y representantes de otras fuerzas e instituciones de la fuerza pública, quienes rindieron el homenaje al héroe caído en cumplimiento de su misión.
Seguramente a estas alturas de la vida, hoy miércoles 1 de marzo, ya el tema haga parte del pasado y solo la institución con sus mandos recuerden a Garibello. La reivindicación del ELN aclara y confirma el espíritu terrorista de esa organización al margen de la ley. Sigue, ojalá, la captura de responsables, pero ese trabajo demanda calma para lograr éxitos sustentados. Invito a la familia y ciudadanía en general a seguir pendiente de los resultados. La justicia llegará en su momento. Por ahora la policía entierra sus muertos, pero nunca su dolor, ni su recuerdo.