Según los sondeos de opinión, por primera vez una alocución de Gustavo Petro tuvo buena audiencia, y ocurrió el pasado miércoles 4 de septiembre porque el país estaba urgido por conocer la solución que propondría ante el paro nacional de transportadores, un conflicto con graves repercusiones debido a los bloqueos generados por el alza en el precio del ACPM. Sin embargo, Petro sorprendió con otra "cortina de humo".
En lugar de abordar la crisis del transporte, dedicó su intervención televisiva a leer un supuesto informe de inteligencia sobre el refrito escándalo del "software espía Pegasus". Un tema que había sido discutido y desechado hace dos años, incluso abordado por el periodista Gur Megiddo, del periódico israelí Haaretz. Petro optó por utilizar esta narrativa como una cortina para desviar la atención de la grave situación que enfrenta el país.
En su alocución, presentó una historia digna de un guion de ciencia ficción: afirmó que el gobierno de Iván Duque había adquirido el software Pegasus a Israel por 11 millones de dólares, pagados en efectivo, con dineros del narcotráfico. Por supuesto, esta afirmación carece de toda lógica. Primero, ningún gobierno puede realizar transacciones en efectivo; todas las operaciones tienen trazabilidad a través del SIIF y del sistema de transferencias del ministerio de Hacienda, incluidos los gastos reservados. Segundo, en Colombia nunca se ha incautado una suma tan alta de dinero; la mayor incautación fue de 6 millones de dólares en 2003, en las caletas de las Farc. Tercero, el propio Ministro de Defensa de Petro ha negado la existencia del software Pegasus en Colombia y declaró públicamente que no hay registros de contratos o pagos al NSO Group por dicho software.
Pero la alocución comenzó con un breve comentario incendiario sobre el paro, minimizando sus efectos al etiquetarlo como un "paro empresarial" con “oscuros intereses económicos o políticos”, en contraste, afirmó, con el "estallido social", que él lideró en 2021. Esta estrategia de Petro, de desviar la atención y sembrar discordia, no es nueva. Una semana antes, había lanzado sus teorías subversivas como respuesta a la investigación del Consejo Nacional Electoral sobre la violación de topes en la financiación de su campaña. En lugar de enfrentar los hechos, Petro recurre a la victimización, sugiriendo un complot para un golpe de Estado. También aprovechó el evento de posesión de la Defensora del Pueblo para lanzar ataques contra las periodistas y el presidente de la Corte Suprema de Justicia. Algunos atribuyen el comportamiento pendenciero de Petro al consumo de sustancias psicoactivas, pero sin importar la causa, el patrón es evidente: ante cada crisis o escándalo de corrupción, recurre al insulto, la descalificación y la creación de "cortinas" para evadir responsabilidades.
Los colombianos debemos estar muy atentos a las constantes alusiones de Petro a un golpe de Estado y su tendencia a victimizarse. Detrás de esas cortinas se esconde un trasfondo inquietante, como la posibilidad de que esté preparando el terreno para suspender las próximas elecciones mediante una eventual declaratoria de "conmoción interior". Esta semana, Petro compartió una insinuación de José Gregorio Hernández, quien en un acto de zalamería citó el artículo 223 de la Constitución.
Es evidente que Petro busca distraer la atención de su incapacidad para gobernar o, peor aún, utilizar el poder para una táctica deliberada de mantener al país en turbulencia, con el propósito de fracturar las instituciones y la democracia.
@ernestomaciast