Dilema virtual de Vargas | El Nuevo Siglo
Sábado, 31 de Marzo de 2018

Desde que se firmaron los acuerdos de paz de La Habana entre el gobierno colombiano y las Farc se comenzó a gestar en la opinión pública nacional  un sentimiento de frustración y rabia, que fluyó subterráneamente  por algún tiempo pero que luego afloró en toda su dimensión en  los resultados del plebiscito. Ese descontento fue hábilmente alimentado y capitalizado por el expresidente Álvaro Uribe, quien desde que abandonó el Palacio de Nariño, consideró que todo lo hacía o dejaba de hacer su sucesor era para atacarlo y sepultar su legado. El país entro así en un verdadero espiral de radicalización y polarización, con posiciones cada vez más irreconciliables.

Hoy, ocho años después, estando cercana la fecha en donde escogeremos al próximo presidente, existen dos claras tendencias electorales: una derechista que lidera el expresidente y una izquierdista que orienta el exalcalde Petro. Con la agudeza que caracterizaba sus análisis políticos, Álvaro Gómez solía decir que Colombia era un país conservador que tenía la mala costumbre de votar mayoritariamente liberal. Los sondeos que se vienen haciendo parecen indicar que hoy nuestros compatriotas piensan y votan consecuentemente, es decir, conservadoramente. Esto explicaría por qué el uribismo se habría disparado en las preferencias de los potenciales votantes.

Hasta un cuarenta y seis por ciento de favorabilidad, es el pico más alto que proyectan a Iván Duque en algunas de esas encuestas y esas mismas  solo atinan a darle la mitad de ese porcentaje a Gustavo Petro. Lo complicado de este panorama es que los guarismos de los restantes aspirantes, Sergio Fajardo, Humberto De la Calle y Germán Vargas Lleras aparecen muy reducidos. Una verdadera sorpresa porque hace un año este último parecía el gran favorito de la contienda.

Nadie había previsto que Vargas Lleras, un curtido y preparado líder, de gran reconocimiento nacional, pudiera tener tan pobres resultados como los que le atribuyen los encuestadores y nadie encuentra una explicación válida en su dramático descenso. Desde luego no falta quien le eche la culpa a sus cercanías santistas y a su demora en retirarse de un gobierno desprestigiado. Sea por lo que sea, lo único apreciable  es que Vargas Lleras está viendo alejarse sus posibilidades de ser el próximo inquilino de la Casa de Nariño.

En este escenario, Vargas Lleras podría estar enfrentándose a un dilema virtual, entendiendo como virtual lo supuesto o hipotético y también lo probable y aparente. Esa disyuntiva sería: adherir voluntariamente a Duque antes de la primera vuelta y ser determinante en su victoria o esperarse a la segunda ronda, en donde la fuerza de las circunstancias lo obligaría  a esa alianza. Es evidente que en la primera situación podría reclamar el primer lugar en la fila india  de aspirantes a  sucederlo. En la segunda,  su futuro sería muy incierto. Amanecerá y veremos.

Adenda

Mientras tanto el conservatismo sigue despistado y sin decidirse.