Walt Whitman le expresó con energía a su biógrafo Traubel: “Un día Ud. escribirá sobre mí. Tenga cuidado de hacerlo imparcialmente. Haga lo que haga, no me embellezca. Ponga en el texto todos mis juramentos, mis infiernos, mis maldiciones”. Y Cristo, el “Hombre de Dios” sostuvo: “yo no he venido a unir, sino a dividir. De ahora en adelante serán, en las familias de cinco, tres contra dos y dos contra tres… Yo no apago incendios los provoco”.
Doña Bertha Hernández de Ospina Pérez fue por encima de todo la dama de carácter vertical, la mujer de la controversia, de la polémica y a veces la cronista que apagaba incendios con gasolina. Por su espíritu enterizo contaba con una fuerza descomunal para afirmar o negar, construir o confundir. El momento más dramático del 9 de abril no fue el momento en que incendiaban ministerios, el palacio de justicia o saqueaban ferreterías para armarse el pueblo enardecido para exterminar y arrasar; ni siquiera cuando la misma policía enloquecida tomó la decisión de tumbar al gobierno. El momento más dramático fue cuando el presidente Ospina y doña Bertha fueron el blanco del odio infernal del pueblo que equivocadamente, pensando que los conservadores habían eliminado a Gaitán, disparaban contra el Palacio de Nariño... Este momento fue desesperante. Le pidieron al Dr. Ospina correr el escritorio contra la pared para esquivar las balas que penetraban por todas partes. Doña Bertha rápidamente mandó a la Embajada de EE.UU. a su hijo menor (Gonzalo), se puso un revólver en la cintura y afirmó con altivez: “De aquí salimos muertos” Y Ospina agregó; “¡Si, mejor un presidente muerto que un presidente fugitivo!” ¡Estas actitudes son las que dan grandeza a un pueblo ante el universo!
Doña Bertha fue la revolución del coraje, (en Colombia sobra inteligencia, pero falta carácter). También fue la revolución política al luchar con éxito por el voto de la mujer y por su derecho a ocupar puestos de comando. Visitó los barrios de Bogotá con Gustavo Rodríguez y varias veces la eligieron senadora. Pusieron, en esa época 400.000 votos azules, casi el 40% de una capital roja.
Como lo expresó Juan Gossaín en el libro de Heydi López Durán titulado “Doña Bertha”, que debe ser lectura forzosa de jóvenes y viejos. En el Club el Nogal María Clara Ospina le dio mucha dinámica a la entrevista que le hizo a la doctora López Durán sobre esta espléndida publicación.
Los pueblos que no exaltan sus valores, no los merecen. Muchas columnas de doña Bertha en el diario “La República” produjeron terremotos públicos.
En la década de los 40, cuando irrumpió doña Bertha con energía avasallante, la mujer era la gran ignorada. Como lo dijo María Clara Ospina, se educaba para la sumisión y la obediencia, y no para la responsabilidad, la superación y la lucha. La mujer nacía para maestra, enfermera o auxiliar de quinta.
Aun hoy mismo, a pesar de las maravillosas conquistas a favor de la mujer, se vive en una sociedad esencialmente machista.