Defensa del voto en blanco…
“Le da un gran sentido ético al derecho del sufragio”
EL doctor Humberto De La Calle, en su última columna en El Espectador hizo comentarios que no puedo dejar de replicar, en relación con su posición frente al voto en blanco y cuyo ejercicio jamás puede tenerse como expresión inútil del derecho fundamental del sufragio.
¡Vaya afirmaciones las que hace el conspicuo hombre público, veterano de varias lides!
“El que vota en blanco expresa una opinión respetable, pero no puede tener velas en el entierro de la representación. Precisamente lo que no quiere es que lo representen los candidatos en juego. Así decía la Ley 28 de 1979. Pero en el primer alarde de ese afán de ostentar una democracia vistosa, la Ley 96 de 1985 dijo lo contrario, que los votos en blanco se tendrán en cuenta para el cuociente electoral…”.
“… Se dijo que si el voto en blanco triunfaba, se repetían las elecciones… (Lo cual) coloca la democracia representativa en manos de quienes no participan en el baile…”. Participar en el baile de la democracia -según el doctor De La Calle-, es votar en las urnas por fulano o perencejo.
Ni más ni menos, el doctor De la Calle les niega a los inconformes el derecho de ser representados en los órganos del poder público integrados mediante la votación directa. En otras palabras, sólo los “conformes” o los que no se indignan, pueden estar representados en el Congreso, en las asambleas, en los concejos municipales. O de participar en las elecciones presidenciales, de gobernadores y alcaldes. Si viviera Saramago, el autor de Ensayo sobre la lucidez, donde le da al voto en blanco un valor ético y político trascendental, le torcería el cuello a esos pensadores de pasarela que piensan que es un ejercicio inútil -en los regímenes democráticos- ejercer el derecho del voto en blanco.
En cambio, en la Puerta del Sol de Madrid, los millares de indignados que se reúnen periódicamente en ese lugar emblemático, reclaman precisamente curules para los movimientos sociales que votan en blanco; fenómeno al cual me refiero de manera positiva en mi libro Puntadas sin dedal, próximo a salir de la imprenta.
No comparto tampoco la opinión del doctor De La Calle cuando dice: “Y lo que faltaba. La Ley 1475 de 2011 llega al extremo de financiar los votos en blanco”. Según esa visión restringida de la democracia, la financiación de la promoción del voto sólo debe otorgarse a los partidos y movimientos enquistados en el sistema y jamás a los disidentes que resuelven expresarse a través del voto en blanco y no por la vía de armas, a quienes el personaje de marras define como “autoexcluidos”. Esto equivale a considerar que quienes votan en blanco están por fuera de la democracia política. ¡Eso sí que es una estupidez!
Todo lo contrario: el voto en blanco es un instrumento que le da un gran sentido ético al derecho del sufragio, y es un despropósito considerar que con su ejercicio se destruye la democracia
Vale la pena, claro, hacer un gran debate sobre el tema.
edmundolopezg@hotmail.com