EDUARDO VARGAS MONTENEGRO | El Nuevo Siglo
Viernes, 9 de Septiembre de 2011

La maravillosa incertidumbre


“Lo que hoy es, mañana no; la realidad cambia en segundos”


HOY  hace diez años, más allá de lo mediático -o precisamente por ello-, millones de personas vimos estupefactas la caída de las Torres Gemelas, la estrellada de varios aviones de pasajeros y un ataque al Pentágono, sobre lo cual siempre ha habido un gran manto de duda.


Inmediatamente se le vendió a la humanidad una sencilla fórmula, que sigue una lógica lineal: el terrorismo ataca a la libertad. Es la lógica reduccionista que intenta explicar que un efecto tiene únicamente una causa, cuando en realidad el asunto es mucho más complejo, multicausal y circular. Independientemente de cuáles hayan sido los orígenes de los ataques, lo cierto es que una ciudad colapsó y tuvimos contacto con algo que a toda costa pareciera que queremos evitar: la incertidumbre. Lo que hoy es, mañana no; la realidad cambia en segundos, y aunque quisiésemos tener todo bajo control y movernos en certezas, estas terminan siendo relativas.


Estamos rodeados por la incertidumbre, como nos lo ayudó a ver Heisenberg desde la física: no se puede determinar con exactitud la posición de un electrón en un momento dado, pues bastaría sólo un fotón de luz para alterar la posición de la partícula. En palabras sencillas, todo cambia todo el tiempo y, por más que podamos hacer cálculos de probabilidades, nada es garantía absoluta de nada. Pero queremos jugar a las certidumbres: desde ahí construimos expectativas, que de alguna manera son fantasías sobre el devenir de las cosas. ¿Quién iba a imaginar que las Torres Gemelas podrían caer en cuestión de minutos?


Si bien es cierto que cada vez hay más consciencia sobre la eventualidad de desastres naturales y otro tipo de amenazas, hay muchas otras contingencias que estamos aún lejos de contemplar, tanto las que consideramos agradables como las que no. ¿Sabemos en dónde y cuándo nos encontraremos con el amor de la vida? ¿Podemos establecer el momento de la concepción de un hijo? ¿Conocemos de antemano el día de nuestra muerte? Son cosas que simplemente suceden en su momento, así programemos una cita a ciegas, estemos en un proceso de inseminación asistida o tengamos una enfermedad terminal.


Lo bueno de la incertidumbre es que nos permite vivir en presente, en el aquí y en el ahora, lo único que en realidad existe. La incertidumbre nos abre el campo de las posibilidades, que de no darse hoy siguen siendo posibles mañana. La incertidumbre nos permite elegir nuestras emociones justo ahora: podemos ser felices con la lluvia, llorar viendo un atardecer o regocijarnos con la paz que hay en el interior del alma. En realidad nadie sabe si gozará de más lluvia, contemplará otro ocaso o tendrá otra oportunidad de conectarse consigo mismo.