Pasados cuarenta años al servicio de la noble institución Policía Nacional, donde nunca debí enfrentar tamaña responsabilidad y luego de dieciséis años y solo dos presidentes, me veo igual a todas las personas que desean atinar y votar por el candidato más indicado para administrar los destinos del país, frente a un serio dilema.
Siempre he pensado que existen sentimientos y situaciones imposibles de disimular a los ojos de la sociedad. Por ejemplo, el dinero es insostenible ocultarlo, la envidia salta a la vista y si se logra engañar a unos pocos, el tiempo se encargara de desenmascarar esa pasión, el amor se percibe de lejos; pero en materia de política y durante las campañas es improbable identificar las verdaderas conmiseraciones, anhelos, pasiones o intenciones de cada candidato, de manera que nos sumergimos en análisis de programas, propuestas y proyectos de cada sector para descubrir con quién nos identificamos y depositar nuestro sufragio de una manera, libre, seria y patriótica.
Hoy la confrontación no se desarrolla entre representantes de partidos tradicionales, ni el enfrentamiento es de coaliciones con similares conceptos o raigambres, esos estadios están quedando en el pasado; ahora con el país polarizado debemos escoger entre dos candidatos diametralmente opuestos. No pienso ahondar en sus plataformas o proyectos, que son bien conocidos por el electorado, solo quiero expresarme sobre lo que pienso del actual momento, poniendo de presente mi nula experiencia en tan álgido tema. Me refería en un principio a la imposibilidad de esconder ciertas tendencias, pasiones y hasta fanatismos, consideraciones que me permiten analizar, muy superficialmente, la personalidad de uno los actuales candidatos. Al Dr. Duque no lo conozco, tuve el privilegio de departir con su señor padre, de quien guardo admiración y profundo respeto por la claridad de sus ideas, la riqueza del lenguaje y su personalidad, ante lo cual deduzco que su vástago debe tener mucho de esa formación que le permitirá afrontar las responsabilidades con carácter, inteligencia y sabiduría. Se especula que por pertenecer a un movimiento liderado por el expresidente Álvaro Uribe tendría que plegarse a sus conceptos, delineamiento y forma de gobierno. ¡ En este momento recaigo en los sentimientos!, esos que no se pueden esconder y de ser como se especula, saltaría a la vista la mencionada manipulación y no creo que un hombre formado, estudiado e intuitivo, vaya a permitir que le manejen la administración, mientras él responde ante el país por sus programas, promesas y retos de campaña.
Esa situación se apreciará de entrada y con la sola conformación del gabinete sabremos hasta qué punto la tal injerencia existe, porque un amigo decía: “conozco animales con varias partas pero ninguno de dos cabezas”. Recuerden que la Constitución contempla recursos ante estas eventualidades.