Las fuerzas armadas aún están sumidas en el escándalo más grave que ha tenido Colombia en su historia. La justicia desentierra día a día los asesinatos perpetuados contra personas inocentes, presentadas como terroristas, para dar impresión de eficacia y ganar favores. Esas sentencias que ahora salen a luz son concurrentes con la salida del gobierno Duque, electo con el respaldo de Álvaro Uribe, bajo cuyo régimen se perpetraron la mayoría de esos crímenes.
Los sondeos de opinión muestran que el desprestigio de esas fuerzas armadas es preocupante para su legitimidad. Esta columna del Estado fue minada por dentro, debido a su propio error. Así lo percibe también la opinión mundial como la Deutsche Welle, el New York Times y Le Monde. Por no mencionar todos los noticieros de centro y sur América, que mencionan como funcionaron varias brigadas. Y la forma como se destinaron centenares de millones de pesos para financiar esas acciones criminales, que costaron la vida a más de seis mil cuatrocientos jóvenes reclutados. Como se trata además de un pilar institucional lesionado, hay que hacer algo más que negar los hechos averiguados.
La respuesta del presidente Petro fue nombrar ministro de defensa al exmagistrado de la Corte Suprema Iván Velásquez que encabezó una comisión anticorrupción de la ONU en Guatemala. Es decir, hacer hincapié en el respeto a la constitución que rige.
Busca que el ejército regrese a su tradición de apego a las leyes y la de no deliberar en política. Podría decirse que la respuesta de Petro es una política conservadora… Y su simbolismo lo da la civilidad, el apego a la ley, con el horizonte diplomático de un excomisionado de la ONU. Así lo entendió el partido Conservador cuya bancada en el congreso ha decidido apoyar al nuevo gobierno para bien de las instituciones.
Los oficiales aclimatados al régimen de Uribe-Duque que no hayan percibido lo critico de su propia reputación están en mora de pedir la baja. La institución es más importante que sus mañas.
Ante el clamor contra la cleptocracia del régimen mencionado, Petro ha pedido a la ONU una comisión que investigue la corrupción en este país. Vale decir, solicita una réplica de la eficaz labor lograda por la ONU en Guatemala liderada por el jurista ahora ministro de defensa. Es otro acierto.
Con esta medida el país no olvidara, es cierto, pero tendrá la certeza de que el nuevo ejército no se cebara de nuevo en los ciudadanos en aras de defender a la patria.
Exceptuando los ataques viscerales de algunas senadoras de extrema derecha no ajenas al nazismo, y los de la extrema izquierda que guardan simetría con su opuesta franja lunática, el país tiene esperanza en que el nuevo presidente no será tan malo como se temía. Y que se supere este pronóstico de La Vorágine para Colombia “Antes que me hubiese enamorado de mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia”.