Tratar de predecir el nombre del próximo Presidente de Colombia es una tarea que con el pasar de los días se está tornando en una misión casi que imposible. Desde luego que los más arriesgados estiman que ese nombre se encuentra dentro de una lista cada día más corta: máximo de seis aspirantes.
Hay, desde luego, una manera más fácil y expedita para dar en el clavo y sería la del “descarte”. De esta manera iríamos por los “fijos” a sortear con éxito el embudo de la primera vuelta presidencial. El nombre más cotizado podría ser el de Germán Vargas Lleras, por su preparación, su experiencia, su conocimiento y reconocimiento público. Sin embargo, aunque se ha reservado la libertad de escoger su espectro electoral, hasta el momento no se conoce con certeza que bloques o movimientos finalmente le acompañaran.
Ese no es el caso del segundo aspirante con mayores probabilidades, el todavía joven Iván Duque, como abanderado del Centro Democrático. La solidez de su aspiración la avala la férrea disciplina uribista. Con una coalición vigorosa y conservadora, Duque será un muy calificado contendor para pasar a la ronda definitiva.
Si las encuestas eligieran, sin la menor duda el ex gobernador Sergio Fajardo bien podría irse colocando la banda presidencial, ya que su nombre lidera casi todos los sondeos. Este se ha ido convirtiendo en el candidato sobre el que convergen todas las apuestas, pero a su vez esta situación lo ha convertido en el más díscolo en el momento de sellar alianzas.
Gustavo Petro, por su parte, es probablemente quien más despierta la lealtad de las fuerzas izquierdistas, pero también el que más concita una oposición cerrada de la derecha. Esto hace que tenga un electorado cautivo pero con un techo inamovible que no le permite crecer. Estamos seguros que dará la pelea, pero no la definirá.
El resto de la lista lo integran políticos igualmente curtidos pero que no tienen todas las posibilidades consigo. Es el caso de Martha Lucía Ramírez quien siempre se ha lucido por su manera de hacer y entender la política pero, con el tiempo corriendo en su contra, aun no puede contar con un soporte integral que le permita cantar victoria. La piedra en su zapato es, desde luego el ex procurador Alejandro Ordóñez. Ambos aspirantes cuentan con selectas “minorías”, pero si se van solos no tienen capacidad ni aliento para llegar muy lejos. Clarita López es una mujer admirable por lo batalladora y por muchos motivos, pero no cuenta con el número de seguidores necesarios para poder pasar el bendito “embudo”.
Las demás candidaturas permiten la figuración pero no garantizan la elección. En todos estos escenarios brillarán por su ausencia los partidos tradicionales, lo que nos recuerda las críticas de Alfonso López hijo a lo que llamaba “la política de las montoneras”. Ellas harán su agosto en el Congreso de la República donde ligarán insólitas alianzas e insospechados contubernios.
Conclusión: En conjunto todos lucen presidenciables, pero por separado, a cada uno le faltan “los cincos centavos para el peso “.