El sida de la corrupción | El Nuevo Siglo
Sábado, 8 de Julio de 2017

En Colombia puede suceder cualquier cosa, hasta lo impensable: que el Fiscal Anticorrupción termine entre rejas…¡por corrupto!, como ha sucedido  en la última semana, De todas las clases de crisis que solemos padecer recurrentemente, la peor es la crisis moral de nuestra dirigencia. El caso del ex fiscal Moreno pone  de presente la degradación de nuestro aparato de justicia y el desbarajuste  de nuestra atribulada sociedad, sitiada por  los corruptos. Bien podemos afirmar que nos estamos quedando sin  defensas morales.

Desde siempre lo hemos lamentado en esta esquina de opinión, preocupados por el afán de enriquecimiento rápido, sin ninguna clase de miramientos sociales, haciendo rapiña del bien público y también del bien privado. Es evidente que la cultura del narcotráfico ha permeado hasta los tuétanos nuestro devenir, pero también lo ha hecho en grado superlativo ante la  indiferencia de todos nosotros. Con toda razón lo dijo el maestro Echandía; "Los negocios en la política son un mal negocio", pero aquí ha sucedido lo contrario: no son pocos los que  creen que son el mejor negocio.

Por ello el descarado asalto al erario público se ha convertido en consigna electoral y en propósito de vida pública. Y así la ausencia de una verdadera ética del trabajo, ha sido el caldo de cultivo que ha facilitado el florecimiento de una clase emergente de avivatos y sinvergüenzas,  que hoy pululan en todos los partidos y movimientos. Es el auge de una nueva clase social sin compromisos,  ni con la tradición ni con  los valores fundamentales de la sociedad.

Desaparecidas de nuestras aulas escolares las enseñanzas de la Ética católica,  que nos indicaban como debíamos comportarnos decentemente en todos los actos de nuestra vida y nos predicaban con el ejemplo, solo el afán materialista vino a copar todos los espacios. Atrás quedó aquello de " vivir sin arrugas en el alma, ni resquicios en la mente y sin resentimientos en el corazón". Bueno también es recordar que el protestantismo agnóstico y el calvinismo reformista han luchado siempre por la  dignificación mediante el trabajo.  Es menester imprimirle un alto contendido moral al ejercicio laboral. Hoy, sin embargo, ese materialismo que solo busca los placeres y satisfacciones egoístas no deja espacio alguno para inculcar a las nuevas generaciones los valores fundamentales de nuestros mayores.

Todo esto sin contar que también existe otra clase de corrupción muy generalizada y es aquella que ejerce funciones  laborales al débito. Muchos son los funcionarios públicos y los empleados privado,  que desempeñan cargos sin la debida preparación y diligencia, no solo laboral sino moral. Como también es corrupción el hacernos "los de la vista gorda" ante estas desvergüenzas. No debemos olvidar que no basta  ser físicamente saludables, sino también  es menester ser moralmente íntegros y socialmente rectos e intachables. 
Adenda

El caso de Antioquia  es igualmente aberrante: un Secretario de Seguridad "amangualado" con los paramilitares.