Tuvieron que pasar más de dos siglos para que otro francés, Emmanuel Macron, en prodigiosa y meteórica carrera, al igual que lo hizo Napoleón Bonaparte, se tomara por asalto la política de su país. Ganador indiscutible en la primera ronda electoral, este elegante iconoclasta, versado filósofo y curtido economista, se perfila desde ya como el más seguro ganador de las elecciones presidenciales, lo que permitiría cambiar el modelo de gobernar a sus compatriotas.
El New York Times lo ha calificado como "el candidato del establecimiento anti-establecimiento”. Afortunada síntesis que agrada al mismo Macron y que intenta definir la multifacética y carismática personalidad de un candidato que, con apenas 39 años de edad, se ha adueñado del centro del espectro político y que, según el mismo, "no es ni de derecha ni de izquierda". Con bastante razón ya se le empieza comparar con Barak Obama y a su esposa, Brigitte Trogneux, su otoñal pareja, con la hermosa Michelle.
Macron se proyecta como el líder de la llamada "Economía Colaborativa", una especie de "liberalismo económico con conciencia social", que simpatiza con la uberización de bienes y servicios y que está logrando mucha acogida en el viejo continente. Su programa de modernización alienta la unidad europea y preconiza la reducción del gasto público. Desarrollista a ultranza, intentará rebajar los tributos y cambiar los impuestos a la riqueza por los de patrimonio. “De lo que se trata es de hacer de verdad más ricos a los ricos y menos pobres a los pobres", enfatiza.
Alumno brillante y profesor de futurología política, ha prometido volver "realidad tangible todo lo que enseñó". Está convencido que "sin bienestar no hay dignidad posible". Entusiasta y trabajador incansable, algunos de sus adversarios lo tildan de ser demasiado optimista y hasta iluso. "Lo que pasa es que yo creo en la grandeza de Francia y en que si todos trabajando juntos, una vez más haremos milagros”
Macron ha vuelto a poner de moda a los "patriotas" contra los "nacionalistas" y sobretodo contra los extremistas. Por eso se advierte que en una semana, en la segunda vuelta, doblará en votos a su adversaria, la ultraderechista Marine Le Pen quien aboga por el retiro de la eurozona y el cierre de fronteras para los inmigrantes. Si buscáramos en Colombia un "alma gemela" de Macron quizás la más parecida sería la del antioqueño Luis Alfredo Ramos y en el pasado la de Álvaro Gómez Hurtado. Por esto es que estimamos que nuestro desdibujado partido conservador bien podría seguir el ejemplo del partido macroniano "En Marcha" y de esta manera hallar la forma de reinventarse.