Petro y el efecto Pigmalión (Acto I)
El efecto Pigmalión nace del mito griego del escultor que, gracias a su profundo amor, le da vida a su propia estatua y la hace su amante. Se define como una profecía autocumplida, gracias a la ferviente fe y el destino de la misma. La profecía puede ser “positiva” si se fija una visión adecuada, o negativa si se hace lo contrario.
Así, al tratar de desarrollar una sociedad alrededor de la visión de ciudad como espacio básico de dicho crecimiento, puede caerse en el error de amputar variados ejes de ese proceso por enfocarse en un solo tema y en un debate que oculte cualquier elemento de avance positivo. O puede, más bien, diversificarse el espacio y los ejes de discusión hacia visiones más avanzadas, que trasciendan la problemática coyuntural de temas recurrentes, como pueden ser hoy la seguridad o la movilidad.
Uno de estos temas que permitirían construir esa visión aprovechando el efecto Pigmalión de manera positiva -y del que reiteradamente habla el alcalde Petro- es lograr la inclusión social a través de las TIC. Pero de manera coetánea se corre el peligro de estancarse en el pasado, con sus planteamientos de fusión de las empresas de servicios públicos, idea que ha terminado desdibujándose en un simple holding administrador de las inversiones en estas empresas, figura sitiada por barreras legales y por acuerdos societarios insalvables.
Esta visión de las empresas como simples negocios bajo una sola sombrilla empresarial, a la manera de las EE.PP. de Medellín, donde las sinergias se buscan en la administración central pero en donde cada negocio trabaja separadamente en lo operativo, como silos aislados en tecnología, no responde a la forma funcional como se diseñan hoy los sistemas inteligentes de prestación de servicios. Fusionar y pegar retazos, aún en desarrollo de una simple holding, en nada resuelve el fondo del problema.
Es cierto que la movilidad y la seguridad parecen prioritarias. Pero generan un sentido de urgencia que puede desfigurar el verdadero rediseño de una ciudad modelo en acceso democrático al conocimiento, que es el reto fundamental.
Una Ciudad Inteligente requiere infraestructuras óptimamente dispuestas para prestar todo tipo de servicios de conectividad fija o móvil, sin violentar el medio ambiente, el espacio urbano y el paisajismo citadino. Debe, también, considerar todas las necesidades en materia de sistemas inteligentes de transporte, de vigilancia, de atención de emergencias, de alerta temprana, por nombrar sólo algunas de las aplicaciones más evidentes que requiere una metrópoli y que se soportan sobre las TIC. La semana entrante tendremos el segundo acto, a lo Bernard Shaw...
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