Pienso que debemos felicitarnos todos porque el país vivió una faena electoral de lujo. El domingo 27 de mayo marcó una pauta y un punto de partida hacia la nueva Colombia, que desarrolla los comicios electorales en paz, alegría, expectativa, tolerancia y conformidad; en épocas remotas los reportes de alteraciones del orden público mantenían las autoridades apagando incendios y tomando determinaciones de última hora, como traslado de mesas, cambios de testigos, cierre de punto etc, que tiempos tan difíciles y cuanta esperanza para un país que añoraba elecciones, tranquilas y ecuánimes, anhelos que se cumplieron el domingo pasado.
Son variados los sectores que merecen reconocimiento. Empecemos por el señor Registrador Nacional, doctor Juan Carlos Galindo, un funcionario que antes de llegar el día, debió enfrentar un cúmulo de situaciones embarazosas ante un malestar venido de diferentes sectores que pedían transparencia y blandían posibilidades de fraude en los comicios, situación que le obligó a exponer ante los sectores todas las medidas establecidas para evitar la vulneración del sistema, lo que quedó demostrado en el orden, efectividad y prontitud con que se fueron dando a conocer los resultados de la jornada. Ojalá toda Colombia se lo reconozca y aplauda su entrega y responsabilidad ante el reto.
Igual reconocimiento debe recibir la fuerza pública, porque independiente del orden y tranquilidad que reino en los sufragios, las unidades permanecieron alerta y prestas a enfrentar cualquier calamidad, sin importar lugar, hora o dimensión del hecho. Su disponibilidad y apoyo facilitaron el orden y la mesura, el país está en mora de elogiar el profesionalismo de estos hombres. La ciudadanía también lleva una buena parte en el lucimiento, no podemos desconocer el equilibrio, la prudencia y asistencia de los ciudadanos a su cita con la democracia. Se derrotó el abstencionismo y con ello la apatía por cumplir con ese deber tan alto a las urgencias patrias. Por último el gobierno sale bien librado de tamaño desafío. Entendamos que administrar una jornada como la vivida, con ese número de candidatos y esa mano de intereses encontrados, ameritó una fuerte dosis de juicio, marginalización e imparcialidad. Bien por el gobierno.
Ahora lo que viene, la segunda vuelta con sus desafíos, campaña y alianzas; se nos viene un duro momento que necesitará, como el anterior, mucha responsabilidad, sabiduría y altura en los candidatos y sus organizaciones. Pensaría que sobran estas palabras de cara a lo vivido, pero como los ánimos se pueden exacerbar, nunca sobrarán estas recomendaciones. En épocas pretéritas la irresponsabilidad de los líderes, “lo cuenta la historia”, provocaron enfrentamientos innecesarios y fratricidas que nos dejaron malos recuerdos y retorcidas experticias. Me atengo a que los tiempos han cambiado y la cultura patria también. Por lo tanto ¡a votar en la segunda vuelta!