Si alguien ha sabido ganarse nuestra confianza y nuestro corazón en estos tiempos tan penosos del coronavirus ha sido el buen Papa Francisco. En todo momento y en todos los lugares. El Pontífice ha cubierto con su manto protector no sólo a los millones de católicos del mundo entero, sino a quienes no lo son. Se ha ido imponiendo como el gran guía espiritual cuya evangélica misión nos arropa con cálido y cariñoso afecto. Ha cumplido pues, con creces, su mandato como Vicario de Cristo en esta contagiada heredad.
Manteniéndose fiel a su estirpe y a su raza, durante este último lustro este jesuita siempre nos ha mostrado el camino y nos ha alentado en los momentos difíciles. Su figura se ha estado agigantando como la de uno de los grandes sucesores de San Pedro y los colombianos debemos sentirnos orgullosos y agradecidos porque siempre ha estado atento a nuestras penurias y a nuestras esperanzas. Recientemente en un mensaje al presidente Duque así lo ha rubricado y con ocasión de la Jornada Mundial del Medio Ambiente, se lamenta de los altos costos de la destrucción de los ecosistemas. No debemos olvidar que mucho es lo que ha trabajado para que su Iglesia sea pobre al servicio de los pobres.
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Pueda ser que el tan discutido, aplazado y finalmente aprobado Plan de Desarrollo para Bogotá imponga un poco de orden al tradicional caos administrativo de la capital. Desde hace muchos años se ha considerado que la capital es ingobernable y que es, además, un hueco sin fondo por donde e van todos los recursos que se le metan. Para muchos es “tierra de nadie", para otros es un coto de caza para sus personales intereses. Pueda ser que después de esta pandemia pueda imponerse un poco de orden.
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Para todos los que, por muchos años, hemos sido aficionados a la fiesta brava, ha sido motivo de gran tristeza la prohibición de las corridas de toros en Bogotá, por parte del Concejo de la ciudad. Ha sido una determinación arbitraria que desconoce la tradición taurina de nuestro coso, que vio lucirse al mismo Manolete, a nuestro recordado César Rincón y al inolvidable Pepe Cáceres.
Fueron muchos los festejos y las tardes de alegría que gozamos los bogotanos que amamos el arte de Cuchares. Todavía están vivos en nuestra retina los cien muletazos que Manuel Benítez, el inmortal Cordobés, le dio a un linajudo encierro de Las Mercedes. Siempre nos acompañarán las grandes faenas de César Girón y las más lejanas de mismísimo Manolete. Como también recordamos la corrida de la vergüenza. en donde los tristemente celebres "pájaros" de Rojas Pinilla, causaron el pánico en las graderías.
Adenda Uno
El expediente digital parece ser el futuro, en una reforma a fondo de la operabilidad de nuestra maltratada justicia. Será un proceso costoso, pero absolutamente necesario.
Adenda Dos
El narcotráfico todo lo permea y arruina. Ahora en el ojo del huracán está la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez por culpa de los pecados de un hermano en los Estados Unidos, hace más de dos décadas. Nuestra solidaridad con una mujer extraordinaria que tanto le ha servido al país.