La seguridad y la campaña
“Presencia institucional en calles, sembrar cultura ciudadana”
ESTAMOS enfrentando las campañas por las alcaldías de Colombia y, lógico, el Distrito Capital acapara representativa parte de atención, por ser epicentro administrativo nacional, a más de otros componentes que no son del caso destacar, pues sólo los aspectos cautivadores de votos acumulan el interés, figurando especialmente la seguridad.
Indefectiblemente en Bogotá tiene gran posibilidad de ganar las elecciones el candidato que presente mejores proyectos y argumentos encaminados a obtener un clima de seguridad para la convivencia de los residentes, lo que traducido quiere decir lograr la soñada seguridad ciudadana.
He leído en diferentes medios de comunicación repetidas series de conceptos acuñados por expertos del tema, quienes sin lugar a dudas soportados en experiencia y estudios permanentes, tienen claridad meridiana sobre la problemática, y apoyados estadísticamente ponen sobre el tapete cuestiones de inseguridad innegables, donde las administraciones pueden salir perdedoras ante una débil gestión hacia esos puntos tan sensibles, para el bienestar de la comunidad.
Aplaudo la preocupación de estas personas y sin la intención de evaluarlos, mucho menos descalificar sus conceptos, pues soy el menos llamado o autorizado, quiero hacer algunas consideraciones, más como aporte que como crítica. Los analistas se han concentrado en el diagnóstico de la problemática sobre seguridad, sustentando los juicios en cifras estadísticas, haciendo un exhaustivo análisis de cada delito, deteniéndose especialmente en los homicidios al ser estos de mayor impacto, pasando por la victimización como escenario generador de percepción sobre inseguridad, además del incremento o decrecimiento en las tablas y sondeos de apreciación adelantadas por diferentes entidades. También se refieren a los problemas sociales que agobian la ciudad, nutriendo el accionar delictivo en falta de oportunidades y la misma migración hija del conflicto armado que vive el país, observo luego en los escritos una serie de recomendaciones bien sustentadas, como liderazgo administrativo, respeto y observancia ciudadana hacia las normas del buen vivir, fortalecimiento y profesionalización policial acompañada de presencia institucional en las calles, sembrar cultura ciudadana en todos los rincones de la ciudad, creación de una escuela para miembros de la policía destinados a servir especialmente a la capital, en fin, son nutridas, variadas e inteligentes las ideas aportadas.
Por otro lado nos visitó Rudolph Giuliani, una persona admirada mundialmente, precedida del éxito innegable alcanzado en su alcaldía de Nueva York, donde logró rebajar los índices de criminalidad; nos entregó conceptos valederos sobre seguridad, todos aplicables y, lo más importante, aportados en su momento por los susodichos estudiosos nativos. De manera que estamos sobre-diagnosticados, sabemos nuestros males, sólo falta que alguien nos diga con menos retórica, ¡el cómo!, diseñe las estrategias indicando la forma de mediarlas durante su aplicación, para continuar el trabajo o cambiar de procedimiento si es del caso. Creo es un punto de partida, queridos candidatos.