A propósito de este clima social tan negativo que se respira por estos días en Colombia, me he detenido a reflexionar en el cómo no dejarse contagiar del pesimismo que termina induciendo a la parálisis e impotencia.
He descubierto que es posible silenciarse, apagar el estruendoso ruido exterior, sin necesidad de aislarse de la realidad. Sólo dirigiendo la atención y la mirada hacia lo bello, hacia la "gente luminosa" que también es parte de la realidad y que pareciera desaparecer en lo vertiginoso del torbellino de los acontecimientos y la sobreinformación.
Por estos días, tengo tres imágenes de "gente luminosa", muy vivas, dibujadas en la retina del alma y se las voy a compartir.
Había esperado, con mucha ilusión, la visita a nuestra casa del amigo del alma, el padre Miguel Márquez, General del Carmelo en Roma, quien visitó a su comunidad en Colombia. Tenía tanto para compartirle, consultarle, escucharle... Sin embargo me bastó observarlo Ser, darse, jugar con el perro como un niño chiquito, sonreir, vivirse en donación... no hicieron falta las palabras. El cielo se tiñó de colores para darle la ¡Bienvenida! en un amanecer esplendoroso que hizo de la contemplación una oración silenciosa de ¡Gratitud! a Dios, donde todo fue dicho.
La segunda imagen es la de Ingrid Betancourt fundida en un abrazo infinito con una joven exguerrillera de las Farc, quien durante un retiro "Hospital de Campo" le pidió perdón desde bien adentro del alma. Desde donde no hay lugar para la mentira, ni el engaño. Desde donde la Verdad emerge con la transparencia de las lágrimas que fungen como bálsamo sanador de las heridas infligidas en la guerra. Un momento de amor, con sabor a eternidad, que sólo es posible en la infinitud del otro.
Y la tercera imagen es la de mi amiga, la ceramista Dalita Navarro, inmersa en el silencio creativo de sus manos que dan forma con el barro a la contemplación de la obra del pintor italiano Giorgio Morandi. Seducida por los "objetos utilitarios" -vasos, cuencos, vasijas, botellas, jarrones, macetas, teteras- a las que el pintor "dio vida" en sus naturalezas muertas, Dalita se hace una con la forma que contiene el espíritu del pintor como inspiración y la suya en el hacer creativo de un homenaje que nace en lo más profundo y bello de su libertad. Su exposición, El silencio de objeto común, se exhibe actualmente en la galería El Museo.
A ellos y a todos los seres maravillosos y reales, les dedico una canción que me tiene fascinada. Se llama "Gente Luminosa" y es del grupo español "Arrebato".
El coro lo dice todo: “¡Qué guapa es la gente luminosa, la que baila porque sí, la que sonríe a todas horas! La que respira lento. La que te regala tiempo y si un día no lo tiene lo fabrica para ti... ¡Qué guapa es la gente luminosa! Esa que no se preocupa de la marca de tu ropa. La que pone a la alegría siempre en su menú del día. Gente que ilumina el mundo, gente guapa como tú”.