Gloria Arias Nieto | El Nuevo Siglo
Viernes, 6 de Febrero de 2015

¡Una nota!

 

Algunas críticas planteadas al programa “Ser pilo paga”, me recordaron las manifestaciones que hace 40 años (¿o 40 semanas?), protagonizaban los estudiantes de la Nacional, mientras en medio de consignas anti-imperialistas, quemaban llantas y banderas de los Estados Unidos.

La pugna entre lo público y lo privado, parece no tener fin. En vez de canalizar tiempos, energías y talentos para que ambos sectores trabajen de la mano, y cada uno supla lo que el otro -gerencial, cultural, jurídica o económicamente- no alcanza a hacer, parecería que es mejor desgastarse en el descrédito del otro, en un gigantesco tendedero de  cueros al sol, y unas curiosas victorias, llenas de resentimiento, y vacías de sinergias.

No comparto los ataques a un programa que está llevando 10.080 muchachos brillantes y pobres, a las aulas de las mejores universidades de Colombia. Se ha llegado a decir que el programa es inconstitucional; que la educación superior es un derecho de todos, que no debe ir ligado al  concepto de mérito. No refuto porque no soy jurista, pero no conozco ninguna universidad intelectual y académicamente decente, que tenga vocación de recibir y graduar cohortes de vagos. Claro, de las ventas de garaje, hay muchas, pero dije ‘decentes’

Nadie debería hacer méritos para aprender a leer, vacunarse contra el polio, o tener acueducto en la vereda. Pero para ingresar a la universidad, qué pena, pero sí. Méritos no económicos, sino académicos, de formación y actitud de logro y proyección.

Censurable sería perpetuar el criterio del dios Dinero, y seguir dejando por fuera del claustro universitario a quienes tienen mucho con qué pensar, y poco con qué pagar.

Hasta donde he comprendido, ni la ministra Gina ni el presidente Santos, pretenden que “Ser pilo paga” reemplace la inversión en la educación pública. Pretenden que la complemente; abrir puertas, no desbaratar pupitres. “Ser pilo paga” ¡es una nota! que estaba en mora de sucederles a los jóvenes colombianos.

¿Por qué duele tanto que el Gobierno destine recursos a incluir muchachos con Sisbén 1 y 2 en las universidades estrato 5 y 6? Más que el mamertismo retrógrado, me molesta la incoherencia… porque curiosamente, algunos críticos del programa son reconocidos docentes en esas mismas universidades privadas, que les están abriendo sus puertas a los pilos que llegan con las neuronas lúcidas, y los bolsillos en la niebla.

En estas cuatro décadas el mundo se llenó de redes, e-mails, soledades y comunicaciones; clonaron a Dolly, se tomaron y retomaron el Palacio de Justicia, destruyeron las Torres Gemelas, construyeron Dubai, el Sida cavó millones de tumbas.

Atentados suicidas, cinco Sumos Pontífices, celulares, cirugías de corazón abierto, aldeas digitales y amantes cibernéticos, nos cambiaron la vida.

Saber qué tomar, cuidar y perpetuar del pasado, y qué adoptar del futuro, será tarea de sabios.

Personalmente, voto porque nunca desaparezcan los frescos del Giotto, Dulcinea, las páginas de Brecht, la abadía del Mont Saint Michel, las mariposas amarillas y las fotografías de los bisabuelos.

Pero ¿para qué nos amarramos a broncas en desuso y consignas fracasadas? Eso de inventarle un problema a cada solución, tal vez no sea inconstitucional, pero no ayuda a construir progreso.

ariasgloria@hotmail.com